Miquel Jaume era ante todo un hombre de proyectos. Le gustaba planificar a medio plazo y rodearse de gente profesional. Entregaba confianza, pero exigía compromiso. Se trataba de edificar poco a poco y alcanzar el éxito.
El Palma Futsal es quizás su obra más contundente. Fundó un club en Manacor que vivía en la clandestinidad y en apenas diez años logró convertirlo en una referencia a nivel nacional. Su mecenazgo resultó determinante, pero también acabó sentando las bases de un club modélico y sostenible.
Antes de apasionarse por el fútbol sala, Jimmy fue una referencia en el mapa futbolístico balear. Como entrenador y durante la década de los ochenta y principios de los noventa logró éxitos importantes, como el ascenso del Olímpic a División de Honor juvenil o el del CD Manacor a Segunda B. También trabajó en la cantera del RCD Mallorca. Es probable que su larga etapa en los banquillos de madera marcara su perfil como directivo.
Junto a José Tirado, su hijo adoptivo, Jimmy construyó un club que puso al mismo nivel la parcela deportiva y la social. Seguidor del Barça y amante de la buena mesa, deja un legado deportivo enorme, pero también poso de buena gente. Todo corazón, aunque en el último momento le traicionara. Descansa presi.
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