Serra Ferrer, en la imagen junto a Pep Alomar, dirigía al Barcelona que cayó por última vez en la fase de grupos de la Liga de Campeones, en la temporada 2000-01. | Joan Torres

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Tras caer eliminado ante el Bayern de Múnich, Xavi Hernández tuvo muy claro su discurso, repitiendo todas las veces que hizo falta que el Barça había tocado fondo con esta debacle en la fase de grupos de la Liga de Campeones y que, a partir de ahora, empezaba una nueva era, un argumento utilizado cada vez que el conjunto azulgrana fue apeado bochornosamente de la competición después de la orejuda de Berlín en 2015. En este caso, además, la salida prematura del máximo torneo continental resulta especialmente desgarradora. El equipo solo se ha apeado en la fase de grupos cuatro veces en toda su historia y no lo hacía desde el curso 2000-2001, cuando fue tercero dirigido por Llorenç Serra Ferrer en un grupo en el que también estaban Milan, Leeds y Besiktas.

Desgaste

El fin de era de Múnich recuerda irremediablemente a las eliminaciones ante el Juventus de Turín en 2017, ante la Roma en 2018, ante el Liverpool en 2019, ante el mismo Bayern de Múnich en 2020 (el mayor bochorno de todos con el 2-8 de Lisboa) y ante el PSG en la edición anterior. Entonces se habló de aprender de los errores pasados y de renovar una plantilla desgastada por los años, por las dinámicas internas enquistadas y por los triunfos acumulados. Pero en ningún caso hubo revolución. Las vacas sagradas fueron yéndose desperdigadas y los fichajes de la directiva de Bartomeu, con Dembélé y Coutinho al frente, fueron una decepción tras otra.

Respecto a las eliminaciones de los años anteriores hay una diferencia. Todas fueron en época primaveral, algunas de ellas hasta rozando la final como la de Anfield en 2019. En cambio, esta vez el trompazo ha llegado antes de comerse los turrones y manda al Barça a la segunda competición europea, la Liga Europa. Además, el club tiene ahogados los mecanismos disponibles para revertir la situación a corto plazo.