Imagen de Susana Sánchez posando para el reportaje con este periódico. | Pere Bota

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Mucho antes de que España presumiera de ser la primera potencia mundial y el Fútbol Club Barcelona dominara la Champions hubo un tiempo no tan lejano en el que una niña de 9 años ni siquiera podía jugar a fútbol federado. En los ochenta, antes del nacimiento del fútbol siete y en campos de tierra, Susana Sánchez (Palma, 1977) fue pionera en Baleares al ser la primera chica con licencia que jugaba con niños en benjamines y la Federació de Futbol de les Illes Balears reconocerá su figura en la Gran Gala que tendrá lugar el viernes 17 de noviembre en Son Amar.

«Nací con un balón», explica Susana Sánchez, que recuerda que desde muy pequeña en sus cartas a los Reyes siempre pedía «pelotas o un futbolín» y que buena parte de su ocio era jugar a fútbol. A los 42 años aún tiene ganas de volver a vestirse de corto tras verse obligada a parar por motivos personales que la han traído de vuelta a la Isla tras dos décadas en tierras valencianas.

Recibe «con una sorpresa inmensa» la distinción que le entregará la territorial, que en 2014 ya le concedió la Bota de Plata por una trayectoria deportiva plagada de éxitos tanto en el Levante de fútbol como en el fútbol sala en el Femesala Elche. «Estaba trabajando y me encontré las llamadas de Pep Sansó. Fue inesperado y por las palabras que me dijo y llegué a casa emocionada como un niño pequeño y muy ilusionada», desvela.

Sin embargo, sus inicios no fueron sencillos. No había equipos femeninos y tampoco podía competir con niños. «No entendía porque no podía jugar y no comprendía que diferencia había», comenta. El empeño de su madre, Berta González, la implicación de Pepe Barrientos y el trabajo de Alfonso Fernández en el Independiente fueron claves para poder jugar sus primeros partidos oficiales con apenas nueve años. «Lucharon a capa y espada para que yo estuviera allí e hiciera lo que más me gustaba. Apostaron por mí e hizo falta apelar a la Constitución para superar todas las trabas que había en la época», relata.

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No sólo era titular sino que era una de las máximas goleadoras de su equipo, pero tenía que convivir con opiniones de adultos que no veían bien que una niña jugara a fútbol. «Había mucho machismo y tenía que escuchar muchas cosas. Vivíamos otra época y oías cosas que te condicionaban como que no podía jugar o tenía que estar en la cocina… era una situación difícil. A nivel vestuario siempre viví buen ambiente, nunca me sentí desplazada y los problemas venían cuando ibas a fuera y en los campos había comentarios», recuerda al mismo tiempo que subraya que tanto su familia, como el club y los padres de sus compañeros fueron sus «corazas».

Las barreras fueron creciendo a medida que se hacía mayor y fueron insalvables cuando llegó a edad infantil. Tuvo que conformarse con los partidillos en la calle. Se apuntó a una escuela de fútbol sala y celebró el impulso que recibió esta modalidad a nivel femenino en los noventa para militar tres temporadas en el Arenal hasta que pudo hacer realidad su gran sueño, que era jugar fuera.

En el 2000 firma por el Levante y gana todos los títulos nacionales, pero la campaña siguiente le surge la oportunidad de incorporarse al Femesale Elche, con el que gana en nueve años cinco ligas, una Copa de España, tres Supercopas y el Mundial de Clubes. Durante este período alcanza la selección absoluta convirtiéndose en la primera mallorquina en ser internacional. Ha colgado las botas, pero no el deporte y tampoco la ha abandonado el «gusanillo». «Me siguen llamando para que juegue, pero es complicado», subraya.

«Mucha gente me dice que ojalá hubiera nacido 15 años después porque las condiciones tanto a nivel profesional como económico habrían sido muy diferentes, pero también pienso en lo que hemos hecho y todo lo que hemos sumado antes de todo esto», razona al mismo tiempo que califica como «impresionantes» tanto el auge de niñas que practican fútbol como los éxitos de la actualidad.

Valora los avances que se han producido en pos de la igualdad y precisamente alcanzarla es el reto de un fútbol femenino en el que ella puede presumir de ser pionera en Mallorca.