Imagen de la entrenadora del Algaida Alicia Carbonell con su hija Alisson en brazos en los prolegómenos del partido ante el Esporles disputado este domingo en Es Porrasar, en Algaida, donde ha vivido su debut oficial y se ha erigido en la primera mujer en dirigir a un equipo masculino en categoría amateur. | Emilio Queirolo

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Podía parecerlo pero no era un domingo cualquiera en el campo de Es Porrasar, sobre todo, para Alicia Carbonell, que debutó en el banquillo del Algaida convirtiéndose en la primera mujer en dirigir un equipo masculino de categoría amateur. La alegría fue incompleta para la flamante entrenadora de Regional Preferente, ya que su equipo cayó 1-2 ante el Esporles en un duelo en el que merecieron más.

«Me sentí muy bien y a gusto porque ya tenía ganas de estar al frente del equipo. Las sensaciones son agridulces por el debut y por ver que el equipo está metido y motivado y que luego la suerte no nos acompaña. Nos marcan en dos jugadas de saque de banda y nos topamos con un portero muy bueno, pero venimos un mala dinámica y es difícil», analiza Alicia Carbonell, que ha contado con el apoyo desde la grada de su hija Alisson, que ya había acudido a otros partidos pero no podía perderse el día en el que su madre hacía historia en el fútbol balear.

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Desde su llegada al campo recibió los ánimos tanto de aficionados y familiares como de los rivales después de haberse convertido en una pionera en los banquillos. «Para mí es un orgullo y un honor iniciar esta etapa en el club en el que empecé», explica Alicia Carbonell, que comenzó como jugadora en el Algaida y defendió los colores del Collerense, el Real Mallorca y el Sporting Ciutat de Palma compartiendo vestuario con jugadoras de la talla de Virginia Torrecilla o Maitane López antes de acceder a las titulaciones UEFA B y A y pasar diferentes equipos de formación del club algaidí.

El adiós de Juan Carlos Calafell abrió la posibilidad de asumir el mando del equipo la pasada semana y desde el martes su discurso quedó claro en una caseta que la conoce perfectamente desde que el pasado curso ya ejercía como segunda entrenadora. «Desde el primer día les dije a los jugadores que tenemos diez finales y tenemos que intentarlo hasta que tengamos opciones matemáticas. Se tiene que intentar y no sólo mirando lo de esta temporada sino de cara al futuro para volver a tener la alegría y la ganas de jugar. Jugamos para divertirnos y puedes ganar, empatar o perder pero cuando acabe el partido tiene que ser con la seguridad de haberlo dejado todo en el campo», señala.

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«Las mujeres llegamos a conseguir de todo y saco tiempo de donde no hay», remarca al ser cuestionada sobre cómo se organiza para compaginar todas sus facetas. Aunque está de baja por maternidad asegura sus jefes en Hotelbeds «saben de mi pasión por el fútbol y desde el primer día me han facilitado las cosas respetando mi horario de mañana». Es madre soltera y la suya también juega un papel clave para cuidar a la pequeña Alisson de tres meses de la que dice que es «muy buena niña y deja dormir». Precisamente su hija será la que determinará en buena medida su recorrido en los banquillos.

Hoy es la primera mujer en un equipo de Preferente, pero espera que la sigan muchas más. Cree que es cuestión de las «oportunidades» que se den. «Hay gente muy preparada y hacen falta oportunidades para que el fútbol femenino también crezca en este sentido», apunta.

Desde sus inicios como jugadora y entrenadora asegura que siempre ha sentido «respeto» e incluso comenta que la sorprendió el trato cuando se sacaba el título. «No me lo hubiera imaginado en un mundo tan masculinizado, pero muchos compañeros me escribían para pedirme cosas que habíamos hecho o sobre sus trabajos», explica al mismo tiempo que dice que su presencia en el vestuario se vive con naturalidad.