Jude Bellingham en un entrenamiento de la selección inglesa. | John Sibley

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Aplaudido en su estreno ante Serbia, con un gran gol decisivo que recibió la admiración del planeta fútbol, la puesta en escena de Jude Bellingham se ha diluido a lo largo del resto de la Eurocopa y este domingo, en los octavos de final que disputarán Inglaterra y Eslovaquia, se espera que la estrella del combinado británico retome el pulso a una competición que exige más protagonismo al jugador del Real Madrid.

Ha llegado la hora de la verdad para Bellingham, que ya escucha de fondo las clásicas voces del entorno de Inglaterra que, con sus lenguas afiladas, critican a todo jugador que emita señales erráticas en tiempos de crisis. Y, justo en ese momento, Inglaterra se encuentra en una situación no crítica pero sí dubitativa, provocada por un fútbol marcado por la irrelevancia, la falta de identidad y el sopor.

De claro favorito antes de la Eurocopa, ha pasado a ser unas más de las grandes selecciones que ha caminado sin pena ni gloria por la fase de grupos. En ella, Inglaterra cumplió frente a Serbia. Y gracias. El cabezazo de Bellingham que dio la victoria al conjunto británico (0-1) escondió durante algunos días todas sus carencias mientras el centrocampista del Real Madrid acaparaba focos. Sin embargo, la realidad desnudó al equipo de Southgate, que no pasó del empate ante Dinamarca (1-1) y Eslovenia (0-0). Sus aficionados, tras el tercer envite, acabaron hartos y despidieron con silbidos a sus jugadores. Muchos han sido criticados.

El primero, Southgate, que metió la pata antes del inicio de la Eurocopa en una entrevista en la que anunció su adiós después de ocho años si no ganaba el torneo. Esas declaraciones no ayudaron nada, ni tampoco su experimento a la hora de buscar un acompañante en el centro del campo para Declan Rice. Apostó por Trent Alexander-Arnold, un lateral derecho, y naufragó en los dos primeros partidos. Tampoco funcionó en el tercero Conor Gallagher y para enfrentarse a Eslovaquia ya mira de reojo al banquillo, Allí esperan su oportunidad dos jugadores jóvenes y descarados: Kobbie Mainoo, 19 años y mediocentro del United. Y Cole Palmer, 22 años y desatado esta temporada en el Chelsea con 25 goles y 15 asistencias.

Ambos jugaron un rato en el último partido de la fase de grupos y cambiaron a Inglaterra, que ofreció otra cara con la aparición de sus jugadores. Ahora, Southgate deberá decidir si continúa con su bloque aburrido y previsible o si da un giro a Inglaterra con la aparición en el once de Mainoo y Palmer. Pero deberá ser Bellingham, de quien dicen que es un aspirante a ganar el Balón de Oro, quien dé un paso al frente. Si quiere pelear por ese galardón, ahora es el momento. Eslovaquia debe ser su víctima y mostrar más voracidad.

Aunque, eso sí, no lo tendrá fácil, porque su rival ha demostrado que es capaz de dar sorpresas donde nadie las espera. El equipo dirigido por el italiano Francesco Calzona, ya fue capaz de ganar a Bélgica (0-1) en la fase de grupos y de empatar con Rumanía (1-1). Perdió ante Ucrania (1-2), pero demostró que tiene hombres lo suficientemente peligrosos como para dar un susto a cualquiera. Ahí están Stanislav Lobotka, Ivan Schranz o Juraj Kucka. El primero dirige el juego con maestría, el segundo ejecuta (dos tantos) y el tercero asiste (dos pases de gol). Sin lesionados ni sancionados, Eslovaquía intentará sorprender a Inglaterra, que mira de reojo a Bellingham para dar un golpe encima de la mesa.