Los jugadores de la selección española de fútbol celebran la victoria, al término del partido de cuartos de final de la Eurocopa que España y Alemania han disputado este viernes en Stuttgart. | Alberto Estévez

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El salto con el que se detuvo el tiempo en el minuto 119 de Mikel Merino. Su testarazo impecable, como un dardo directo al corazón de todo un país ilusionado con su Eurocopa. El liderazgo de un futbolista que pedía paso a gritos como Dani Olmo, decisivo con gol y asistencia. Un nuevo recital de madurez de un niño de 16 años llamado Lamine Yamal. La exhibición defensiva de Aymeric Laporte. Son las claves de una gesta de España en la Eurocopa 2024.

Ya en semifinales, la selección española superó una prueba de madurez, el reto del anfitrión derribando barreras del pasado, como la generación que dio mayor gloria a la historia del fútbol español hiciese en la tanda de penaltis de cuartos de final de la Eurocopa 2008. De las paradas de Iker Casillas en Viena al vuelo de Mikel Merino en Stuttgart. El primer día que España tumbó al anfitrión de un gran torneo sintiendo la presión de un estadio con goleada de aficionados alemanes.

Maceda, Puyol y Merino

Aunque los momentos de superioridad de España sobre Alemania en los cuartos de final fueron desde el buen trato al balón, la personalidad, la búsqueda de espacios a espalda de sus laterales, la manera en la que acabó alcanzando el éxito fue con un nuevo testarazo para la historia. Justo como Niclas Füllkrug aumentó el poderío germano y situó a la Roja al borde del abismo. El de Mikel Merino el 5 de julio en el Stuttgart Arena se suma a goles de cabeza que sembraron la leyenda de la selección con más Eurocopas junto a Alemania, la única que ya tiene opción de levantar la cuarta.

El 20 de junio de 1984 en el Parque de los Príncipes parisino fue Antonio Maceda el primero que tumbó a Alemania en un partido oficial. El empate dejaba fuera del torneo a España y el centro desde la derecha de Juan Señor lo cabeceó en plancha el central para rescatar a la selección y darle el pase a semifinales. Fue la ronda en la que el 7 de julio de 2010 en el Moses Mabhida de Durban, Carles Puyol había hablado con Xavi Hernández el lugar dónde debía buscar su remate en las acciones a balón parado. Al minuto 73 voló el central, poderoso, llevándose a cualquier rival que se pusiese por delante para rematar con el alma el balón a la red. Con la misma potencia que se elevó Mikel Merino ante el centro suave y medido de Dani Olmo, abriendo las piernas para encontrar el equilibrio en el aire e impactar con precisión su testarazo a la escuadra de Manuel Neuer para convertir en vencedora a España de una 'final anticipada'.

El liderazgo de Olmo

Venía llamando a la puerta de la titularidad con insistencia, presumiendo de números ofensivos, de ser el que más disparaba a puerta del equipo pese a no ser titular, el que más asistencias daba. La apuesta de Luis de la Fuente por Pedri la sostuvo hasta que Toni Kroos lo lesionó. La oportunidad esperada por Dani Olmo en un partido tan especial, ante Alemania, país en el que se convirtió en jugador referente, le llegaba y no estaba dispuesto a desaprovecharla.

Desde la mediapunta supo leer los espacios para aparecer en el momento justo y poner la precisión en el disparo de primeras para adelantar a España. Con el físico perfecto para el despliegue que tuvo que realizar, teniendo que realizar numerosos esfuerzos sin balón, agotado, pero con la frescura mental de diseñar la jugada decisiva del triunfo. Su centro con música queda para el recuerdo de una acción en la que siempre se recordará a Merino.

La pausa de Yamal

En el vértigo que provoca cada vez que recibe el balón y se lanza a correr sin pensar en la cantidad de rivales que le pueden salir al paso, Lamine Yamal fue decisivo con su segunda asistencia de una Eurocopa que cumple aún sin cumplir los 17 años. Ya había generado alguna acción mal finalizada por Álvaro Morata, cuando rompió el partido en una jugada en la que puso la pausa perfecta en el mundo veloz en el que vive en cada partido.

Pisó el balón para atraer rivales, arrancó para encararlos y cuando podían pensar en los regates y la zona por la que elegiría salir, sorprendió filtrando un pase en el momento justo a la llegada de Dani Olmo. Una acción estelar. La lectura perfecta donde España falló previamente para no trasladar al marcador sus momentos de personalidad en el partido. Un balón perdido posteriormente en zona de peligro y no bajar a tiempo en ayudas a Dani Carvajal ante Musiala, provocaron su cambio y la posterior añoranza de España.

La firmeza de Laporte

Una exhibición defensiva de tal magnitud que cualquier duda que acompañó la citación de Aymeric Laporte por jugar en una liga 'menor' como la de Arabia Saudí o su estado físico, quedó más que enterrada.

Emergió cuando España sufrió ante el empuje alemán, ante los centros continuos desde los costados, sacando de cabeza todo lo que pudo y achicando para convertirse en el jugador de la selección que más despejes ha realizado siendo baja el primer encuentro y jugando una parte del tercero.

Alrededor de Laporte creció Nacho Fernández, batalló con todo como pudo Marc Cucurella, sufriendo por alto pero robando innumerables balones con exhibición de velocidad en el repliegue, y Dani Carvajal se convirtió en otro pilar amargando el día a Musiala, uno de los grandes peligros alemanes.

Unai Simón, entre el acierto y el temor

Brilló el portero titular de la selección española en su firmeza en los cinco remates a puerta que recibió, especialmente con una estirada decisiva final, mostrando firmeza por alto cuando tuvo que abandonar el área chica e imponerse ante la superioridad en centímetros de los jugadores alemanes.

Unai Simón hizo esa difícil transición que en ocasiones realiza en duelos grandes entre la seguridad que traslada con sus intervenciones al nerviosismo que desata con el balón en los pies. Había tomado malas decisiones en saques con las manos en las peores condiciones a sus compañeros, con bote incluido en una carrera de Nico Williams que le ponía en desventaja ante cualquier defensor, cuando de un saque de puerta estuvo a punto de provocar un gol.

Golpeó mal y le permitió a Havertz tener la oportunidad de empatar. Su mala decisión aumentó cuando abandonó su portería y dejó la opción de picar el balón que, afortunadamente, no encontró puerta marchándose cerca del larguero. Reconoció que se hundió con el tanto del empate en el 89, en el que nada pudo hacer, pero se rehizo en la prórroga para acabar siendo decisivo.