El gimnasta Nicolau Mir, en la tienda de la Villa Olímpica de París. | F.F.

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Bercy no es un escenario que intimide a Nicolau Mir (Palma, 2000). Allí ha disputado grandes competiciones, pero la que afronta este sábado está por encima del resto. Serán sus segundos Juegos Olímpicos, tras debutar en el silencio de Tokio, y llegará como uno de los hombres fuertes del equipo español de gimnasia artística masculina, en el que todas las miradas están centradas en el medallista olímpico Ray Zapata, pero que buscar dar un paso al frente tras demostrar durante el ciclo que puede pelear con los mejores.

Mir y sus compañeros, el citado Zapata, Thierno Diallo, Joel Plata y Néstor Abad, cerrarán el programa de la primera jornada de competición en la tercera subdivisión del concurso por equipos (20 horas). España busca la final, el diploma y asentarse como una alternativa a Gran Bretaña, China, Japón, Estados Unidos y demás. La igualdad puede ser su gran aliada, pero también su gran obstáculo, porque admitía el gimnasta del Coll d'en Rabassa que del séptimo al duodécimo lugar, todo es posible por el escaso margen que existe entre los aspirantes a completar el cuadro de la final.

Además, el deportista del Xelska Illes Balears tiene la ilusión de poder meterse en la final del concurso completo, apoyándose en su regularidad, pero especialmente en sus progresos y toque de calidad en dos aparatos como son el suelo y las paralelas, cuyas finales son el tercer reto fijado en el horizonte del pupilo del técnico Manuel Martínez, a las órdenes del seleccionador Benjamín Bango en París 2024.

Veinte años después, la gimnasia artística balear se podría ver de nuevo en una final olímpica. Varios frentes tiene Mir abierto y todo el crédito para soñar.