Steve Kerr da órdenes a sus jugadores durante la final olímpica ante Francia. | CAROLINE BREHMAN

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A la misma hora que el Real Mallorca disputaba el Trofeu Ciutat de Palma y se presentaba ante su afición en Son Moix, uno de sus accionistas se jugaba el honor y el orgullo de todo un país como Estados Unidos en la final olímpica de un deporte en el que caer del primer peldaño del podio en los Juegos supone un fracaso con todas sus letras. Steve Kerr, seleccionador norteamericano y accionista de la SAD balear, cumplía con la mision encomendada desde que asumió la dirección técnica del combinado de los Durant, Curry, LeBron y compañía: retener el oro olímpico.

Costó, tal vez más de lo esperado. La ahora anfitriona y doble plata olímpica consecutiva reeditaba ante Estados Unidos la final de Tokio. Y le tocó a Kerr y los suyos sudar el triunfo y el oro (98-87) ante una Francia que siempre plantó cara, pero se desfondó ante el talento y el físico de los estadounidenses, que desde el desastre de Atenas 2004 sólo saben ganar el oro. Primero con Mike Krzyzewski y ahora con este seguidor del Real Mallorca llamado Steve Kerr en su banquillo, después, especialmente, de superar a Serbia en un duelo eléctrico de semifinales (95-91).

El que fuera legendario jugador de los Chicago Bulls y los San Antonio Spurs, con cinco anillos de la NBA en su poder y entrenador desde hace una década de los Golden State Warriors, celebraba con el conglomerado de estrellas que paseba Estados Unidos por los Juegos de París el título olímpico a la par que 'su' Real Mallorca caía en los penaltis ante el Bolonia en su puesta de largo. ¿Habrá homenaje para el campeón olímpico del club?