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La goleada sin precedentes encajada por Brasil ofreció alguna de las imágenes más desconsoladoras para el equipo anfitrión, despedidos con una sonora pitada del césped del estadio Mineirao de Belo Horizonte.

Las lágrimas cayeron por las mejillas de algunos jugadores. Especialmente de Oscar, David Luiz y Bernard. Thiago Silva ejerció de capitán y acudió uno por uno a ofrecer su consuelo a sus compañeros.

Nada que ver con el público. La grada mantuvo el tipo. Aunque rostros desencajados fueron contemplados a medida que caían los goles del lado alemán.

Luiz Felipe Scolari intentó mantener el tipo. Hizo un corro en el centro del campo y pidió cabeza alta a sus futbolistas, protagonistas del mayor varapalo del fútbol brasileño en toda su historia.

Después, tras la oratoria del preparador que pasará a la historia como el responsable de la mayor humillación verdeamarelha, se marcharon al vestuario ante la inmensa pitada del seguidor, para quien ha terminado, de un mazazo, las ilusiones mundialistas. Una pesadilla que despertó al pueblo de su sueño.

David Luiz

"Quería ver a mi pueblo sonreír", dijo muy afectado el nuevo jugador del París Saint Germain francés.

David Luiz admitió que los jugadores alemanes "fueron los mejores, se prepararon mejor", y de su parte afirmó que este martes fue "un día con mucha tristeza, pero de mucho aprendizaje".

Julio César

"Hasta aquí estaba todo muy lindo", manifestó el guardameta de Brasil al término del partido que Alemania ganó sin apelaciones.

"Explicar lo inexplicable es muy complicado. Tenemos que conocer el gran fútbol alemán", manifestó con lágrimas. Admitió que el gol anotado por Thomas Müller a los diez minutos "produjo un apagón. Nadie lo esperaba", puntualizó.