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ENVIADO ESPECIAL A GETAFE (MADRID)
Gabriel Vidal Nova. 05-10-69, Palma de Mallorca. Tímido, locuaz en círculos íntimos y lacónico en público, se ha acostumbrado desde hace varios años a caminar sobre el alambre. De tono alegre, mirada perdida y rostro juvenil, el pequeño delantero subsiste entre tanto futbolista foráneo y mediocre. Con un currículum ampuloso a sus espaldas, intenta asomar la cabeza en la categoría de bronce con la misma ilusión del primer día. Habla orgulloso de la medalla de oro que se colgó en Barcelona, pero no profundiza en una Olimpiada que le ha pasado por encima. Al fin y al cabo, Vidal es el único campeón de esos Juegos que hoy pasea su fútbol por una categoría semiprofesional del balompié nacional. Ha sido el gran olvidado del 92.

Vive desde hace tres años en Madrid y ha sabido cambiar sin traumas las playas mallorquinas por una ciudad dormitorio como Getafe. Sigue padeciendo el frío de las mañanas y ejercitarse sobre una hierba helada, pero sobrevive en un club «que me ha acogido con mucho cariño». Sabe que uno de sus mayores logros lo consiguió en la Ciudad Condal y reconstruye con alegría aquellos meses de época estival; «La Olimpiada ha sido una de las mejores cosas que me han sucedido como profesional. Teníamos un grupo excelente y se demostró con la consecución del título. Había grandes jugadores y recuerdo especialmente a Kiko, a pesar de que el conjunto sobresalía».