El Mallorca sufrió un nuevo traspiés ante el Deportivo de La Coruña (1-2)

El Deportivo estropeó ayer el broche a una bonita semana, enmarcada por la terapéutica victoria en el Vicente Calderón y la histórica clasificación para las semifinales de la Recopa. El grupo de Irureta se benefició, sin comerlo ni beberlo, del primer autogol que se marca el Real Mallorca en toda la temporada y encarriló un encuentro donde nadie se decidía a tomar el mando.

Hasta que Marcelino descubrió lo mal que debió sentirse Chamot el sábado pasado, el Mallorca ejerció, si no un dominio, al menos una cierta influencia sobre el área de Songo'O. Si alguien tuvo el privilegio de disponer de las primeras ocasiones de gol, ése fue «Chupa» López, pero el argentino no es precisamente el paradigma de la efectividad y sus remates en apenas tres minutos impresionaron poco al guardameta camerunés. Cúper esgrimiría después éstas y otras ocasiones del Mallorca como una de las claves de la derrota cuando pronunció aquel lacónico «hay que aprovechar las oportunidades».

De ese aspecto del juego Irureta no tenía motivos de queja. A los veinte minutos de partido, y sin haber disparado una vez entre los tres palos, el Deportivo se adelantaba en el marcador gracias a una involuntaria acción de Marcelino a la que la pasividad de Roa imprimió un efecto devastador. Más tarde, «Turu» Flores, que no necesita ver puerta para desquiciar a sus rivales, sirvió un balón en bandeja y después de superar a Olaizola y Ziani marcó a placer.

El Mallorca pudo haber muerto ahí, pero no se resignó a su suerte. Con el 0-2, el equipo bermellón ganó en convicción y si no lo hizo también en eficacia fue porque ahí estaba un enorme guardameta llamado Songo'O. El camerunés cuajó una notable actuación, que ni siquiera se vio empañada por el tanto de Ibagaza con el encuentro a punto de expirar. Fue el último aliento de un Mallorca desquiciado que volvía a chocar ante el Depor de siempre.