El viaje de los aficionados mallorquinistas a Barcelona ha estado
condicionado por un temporal que comenzó a mediados de semana, con
la indignación provocada por los elevados precios de las entradas,
y que culminó ayer, cuando el capitán del «fast ferry» decidió no
salir del puerto a causa de la mala climatología.
El anuncio de la suspensión obligó al mayorista Solplan a
iniciar gestiones a contrarreloj para recolocar al pasaje que
gracias a la colaboración de Trasmediterránea pudo embarcarse en un
«canguro» a las nueve y media de la mañana.
Del total de aficionados, 368 eligieron esta opción, mientras
que 44 se quedaron en tierra al no aceptar tan duro cambio de
planes. El barco inicialmente contratado hace el recorrido en
apenas tres horas y media, mientras que el canguro tarda ocho en
cubrir la ruta Palma-Barcelona. Solplan aseguró ayer que
reembolsará el dinero a los seguidores que declinaron hacer este
viaje, a pesar de que el Fútbol Club Barcelona se ha negado
rotundamente a devolver el importe de las entradas que los
mallorquinistas no utilizaron por las razones señaladas.
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