No todos los años se celebra un partido del siglo. El Real Mallorca
ha tenido que esperar ochenta y tres para iniciar el capítulo
europeo de su historia, que entra dentro de tres días en una nueva
página de oro con la visita del Chelsea al Lluís Sitjar.
La avalancha de críticas ante el hecho de que Televisión
Española no retransmitiera el encuentro de ida acabó en el
Parlamento e hizo claudicar al ente público, que el pasado jueves
anunció la compra de los derechos del segundo partido a Vía
Digital. Si el mallorquinismo pudo celebrar en directo el gol de
Dani en Stamford Bridge fue porque las cámaras de TV3 sí se
hicieron eco de la trascendencia de lo que estaba en juego.
Trascendencia que pasó, como casi todo lo que lleva el sello
bermellón, totalmente inadvertida para la televisión estatal.
Ni Cúper ni su grupo quieren oír hablar de la posibilidad de una
prórroga. Las cifras de Liga, Copa y la propia Recopa demuestran
que el césped del Lluís Sitjar es un aval lo suficientemente sólido
como para aspirar al gran objetivo: que el Chelsea no marque. A
pesar de la derrota del sábado, el sistema de contención
mallorquinista se ha sometido a lo largo de la temporada a duros
test que han puesto de manifiesto su solvencia. No en vano el
equipo sigue siendo líder de la Primera División en el capítulo de
goles encajados.
El reto de mantener imbatido el portal de Roa presidirá por
tanto el discurso táctico de un Cúper que sin embargo no pretende
acumular hombres en su campo. «Salir a defender un cero a cero es
un suicidio, jugaremos presionando en todo el campo, como siempre»,
ha dicho el argentino cuando se ha visto abocado a situaciones
similares.
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