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Lance Armstrong vivió en París su día más feliz. El norteamericano se subió a lo más alto del podio como vencedor absoluto de la 86 edición del Tour de Francia, después de soportar muchos rumores infundados sobre su estado de forma.

El norteamericano comenzó y terminó el Tour de amarillo. Se impuso en el prólogo de Le Puy de Fou, volvió a hacerlo en la primera contrarreloj larga en Metz, se exhibió en Sestrieres con otro triunfo y remató la faena en Futuroscope, en la última batalla contra el cronómetro.

Ninguno de los controles médicos efectuados al corredor durante el Tour dio resultado positivo, por lo que su triunfo no puede ser contestado por nadie, a pesar del empeño que algunos han puesto.

El segundo puesto del podio de los Campos Elíseos fue ocupado por otro gran ciclista, el suizo Alex Zuelle (Banesto). Zuelle también ha superado un año muy complicado después de que fuese expulsado junto a su equipo, el Festina, en la pasada edición del Tour por consumir sustancias dopantes y de sufrir ocho meses de sanción.

El suizo ha vuelto con ganas y ha demostrado una gran profesionalidad superando los seis minutos que perdió en la segunda etapa en el Pasage de Gois y se aupó en el segundo lugar de la general tras una gran contrarreloj en el parque temático de Futuroscope, que perdió por sólo nueve segundos de diferencia respecto a Armstrong. Banesto ha unido al éxito de Zuelle su primer puesto en la clasificación general por equipos.

Fernando Escartín dio a España la primera gran satisfacción desde la época de Miguel Induráin. El corredor de Biescas sufrió como nunca sobre su bicicleta y en su madurez ha conseguido el mayor éxito de su carrera deportiva con el tercer puesto en el cajón final y su victoria de etapa en Piau Engaly, la jornada reina de los Pirineos. Escartín tendrá el homenaje que se merece tras la Vuelta a España, en la que intentará completar la hazaña asolida en la ronda gala.

En París recibió la primera felicitación de sus seres queridos, sus padres y su novia, con quien contraerá matrimonio el próximo mes de octubre; y de Francisco Villar, secretario de Estado para el Deporte.

El último sprint en los Campos Elíseos es un caramelo goloso para los velocistas, por ello la vigésima etapa, que partió de Arpajón y tuvo 143 kilómetros de recorrido, se disputó en el circuito parisino. Hasta su llegada y como es tradicional, los ciclistas disfrutaron de un bonito y deportivo paseo, aunque imprimieron un buen ritmo a la carrera.

El último en levantar los brazos bajo la pancarta de llegada de París fue el australiano Robbie Mc Ewen (Rabobank), que superó con facilidad a sus rivales después de pedalear durante tres horas, 37 minutos y 30 segundos.

El Tour concluyó sin acontecimientos extradeportivos. El director general, Jean Marie Leblanc, expresó su satisfacción por este hecho. Lo acontecido en la edición del 98 está pasando poco a poco a mejor vida y el ciclismo puede empezar a resurgir tras los tremendos golpes soportados durante un año que los amantes del deporte del pedal difícilmente podrán olvidar.