EFE-LISBOA
Era la primera vez que España jugaba la final de un campeonato del mundo de baloncesto en un partido que hacía recordar la final de las Olimpiadas de Los Angeles.
El choque comenzó con una España que trataba de tú a tú a los estadounidenses, presentando una gran efectividad en el tiro. De todas formas, la agresiva defensa de los universitarios les llevó a tomar las primeras ventajas en el electrónico.
Navarro era otra vez la vanguardia del ataque español, pero el impoluto porcentaje de tiro de los americanos hacía muy difícil reducir la ventaja. 7 faltas en 7 minutos eran el reflejo de la dura defensa que sobre la cancha estaban usando las futuras estrellas de la NBA.
35 -25 era el resultado a 5 minutos del descanso. España lucía un juego perfecto: rápido y espectacular.
Navarro y López eran, al comienzo de la segunda mitad, y a base de triples y contraataques, los encargados de demostrar a sus rivales que las dificultades del primer tiempo iban a continuar. De cualquier modo, las cortas ventajas de los españoles no eran claras y parecía seguro que el partido se iba a decidir al final.
Con el 64-66 EEUU se ponía por primera vez por delante en la segunda mitad, y esta vez era Simmons el que con 9 puntos consecutivos daba una ligera tranquilidad a los suyos. Pero un parcial de 8-0 volvió a dar a España la ventaja. Un triple de Cabezas a 1 minuto del final ponía a España a 6. Y pese a las faltas y a la ceguera de los árbitros, España superó todas las adversidades y logró una fita difícil de igualar y superar.
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