Casi nada parece recordar al pasado más reciente en el Bàsquet
Inca. Aplicado el bisturí a un plantel que ha variado por completo
"once fichajes y un solo jugador renovado, Israel Pampín", el club
también ha sufrido un cambio de orientación en los despachos,
básicamente por la transformación que ha sufrido la composición de
su órgano ejecutivo y la desaparición de la figura presidencial que
había ostentado durante diez años consecutivos Joan Rubert. Una
terna de vicepresidentes marca ahora las pautas en una cúpula
regente en la que un directivo de nuevo cuño "Sebastià Penya" y
otro con un largo trayecto en el club "Andreu Arom" han adquirido
el peso específico al que meses atrás renunciaron Martí Llull, Pere
Soler o el propio Pep Mula.
El primero de ellos ha abandonado la directiva y Andreu Arom es
quien encabeza ahora el área económica del club. Soler y Mula han
optado por desprenderse del peso ejecutivo; ambos siguen en el
club, aunque básicamente por la obsesión de Joan Rubert por evitar
su marcha. Sebastià Penya, nombrado recientemente portavoz oficial,
ha adquirido un gran poder y en el entorno del propio Bàsquet Inca
se le señala como el próximo presidente de la entidad. Penya, un
empresario nacido en Inca y vinculado a los círculos
baloncestísticos de Binissalem, ha tirado de un discurso ambicioso
desde que pasó a formar parte de la plana mayor inquense, aunque
también ha sabido adaptarse a la propia idiosincrasia del club.
Bajo esta perspectiva se entiende que exista unaminidad en la
propia junta a la hora de designarle como su nuevo cabeza visible
en un plazo relativamente corto. Un caso opuesto ha sido el
protagonizado por Pep Lluís Madico. Se incorporó a la junta avalado
por el propio Rubert y a las pocas semanas fue designado como uno
de los nuevos hombres fuertes del club. Madico discrepó en muchos
de los planteamientos de la directiva y su estancia en el Bàsquet
Inca ha sido efímera.
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