El nuevo estadio no ha traído suerte a los mallorquinistas. FOTO: T. MONSERRAT.

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La noche más grande acabó en un drama supino, en un fracaso industrial. La historia volvió a cerrarle la puerta al Real Mallorca justo cuando acariciaba la gloria. El grupo balear fue incapaz de superar al Molde y desperdició una oportunidad única para estar junto a los clubes más grandes de Europa y asegurarse un buen puñado de millones. Una pena máxima transformada por Lund en la recta final de la cita "minuto 83 tras mano de Fernando Niño en el interior del área" privó al Mallorca de inscribir su nombre en la nómina continental más selecta. Un discurso prehistórico y muchos hombres atrás fueron suficientes para fulminar a un Mallorca que exhibió un fútbol repleto mezquindad y que se ha puesto bajo sospecha a las primeras de cambio.

El conjunto bermellón evidenció una nítida superioridad sobre el Molde en casi todas las facetas del juego, pero tuvo muchos problemas para coser un fútbol fluido, principalmente por los cortocircuitos que generó la masiva presencia de futbolistas en el centro del campo y también cerca del área visitante. Con una defensa de cinco hombres y una línea de cuatro en el centro del campo, el Mallorca encontró muchos obstáculos para verticalizar sobre el marco de Morten Bakke. El Molde cerró bien los espacios y el conjunto balear siempre tuvo problemas para otorgar profunidad a sus acciones. Jovan Stankovic, Lauren Bisan y el propio Ariel Ibagaza apenas entraron en juego, circunstancia que dejó prácticamente aislados a Carlos Domínguez y Polo Quinteros. De hecho, el partido se abrió con un par de llegadas del Molde a las que el debutante Leo Franco respondió con acierto.