Seis chupa-chups en el cenicero, una zamarra naranja con el número
14 colgada de un caballete y un buen manojo de micrófonos postrados
en la mesa. Silencio, habla Cruyff. El holandés es capaz de sacarle
el mismo partido a un grupo de canteranos que a una rueda de prensa
y ayer le quitó el polvo a su libro de estilo para regalar algunas
perlas. Repasó la actualidad del Mallorca, profundizó en el «caso
Gómez», revisó la nómina de Rivaldo, examinó la cantera del Barça y
la trayectoria de la selección y le envió un mensaje a Vázquez:
«esto es una isla, aquí la gente quiere divertirse. El norte es
otra cosa, debe cambiar su mentalidad».
Ha dejado aparcado el banquillo para «vivir mejor» y se dedica a
esparcir sus conocimientos por el territorio español. Johan Cruyff
presentó el nuevo curso de su Escuela Superior y el Comité Balear
de Entrenadores le entregó la insignia de oro por su trayectoria en
el mundo del fútbol. Dispuso ante los medios su mejor rostro y
lidió con todos los interrogantes que le llovieron desde el otro
lado de la sala. Sobre el pasado, el presente y el futuro del
Mallorca, Cruyff explicó que «hay que vivir día a día. El Mallorca
no es un club grande y no puede tener tantas exigencias. Los último
años han sido fenomenales, pero su inicio de Liga no ha sido bueno.
Deben plantearse el futuro. Por ejemplo, si a la isla vienen tantos
alemanes e ingleses, ¿por qué fichan a tantos argentinos y
yugoslavos?.
Habló bien sobre Vázquez pero le advirtió: «ahora no trabaja en
el norte. Mallorca es una isla y aquí la gente va en pantalón
corto. La disciplina aquí puede no ser buena y tiene que cambiar de
mentalidad». Sobre el caso Gómez significó que «yo viví una
situación similar. No sé si la regla es justa o no, pero está claro
que existe y hay que cumplirla. Además, el fútbol español es de los
españoles. Sólo deben venir extranjeros si tienen calidad. Esto es
un desmadre».
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