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El clásico tiene pinta de ser un duelo hermético. Dentro de la carga añadida de imprevisibilidad que concentran todos los partidos que superan lo estrictamente deportivo, parte importante del tratado de intenciones del Bàsquet Inca pasa por imponer su criterio en dos aspectos muy concretos: defensa y ritmo de partido. El grupo de Olmos topará con un Menorca ajeno a cualquier manual predefinido. Su ataque por conceptos carece de organización: todos penetran y todos tiran. En esta anarquía ofensiva está uno de los principales argumentos del conjunto mahonés y uno de los retos del Inca pasa por minar las zonas de amenaza del rival a base de ayudas y concentración.

Otro rasgo que distingue sobremanera al equipo de Pedro Martínez se localiza en su juego sin balón. Su defensa descansa sobre la frontera que delimita lo permisivo de lo ilegal. Trabaja bien las líneas de pase y su agresividad propicia malas selecciones en el equipo contrario. El criterio arbitral puede tener un influjo determinante en este aspecto, aunque también la capacidad de gobierno de Rafa Monclova. El base del Inca puede adquirir un protagonismo especial si sabe manejar el reloj. Probablemente se emparejará con Patricio Reynés, un jugador fundamental en el Menorca y que apostará por un baloncesto vertiginoso, bajo el que mejor se desenvuelven tanto él como sus compañeros. Será uno de los duelos individuales más interesantes del partido. Ambos guardan ciertas similitudes físicas y técnicas. La capacidad de liderazgo de Reynés es industrial, penetra con facilidad y no duda en jugarse los tiros cuando el balón quema. No obstante, Rafa Monclova tiene mejor mano y el director de juego del Menorca Bàsquet puede tener problemas.