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MIGUEL VIDAL Ayer murió y ayer fue enterrado en su localidad natal, Muro, el que fuera una de las leyendas del ciclismo español de todos los tiempos: Bernardo Capó Plomer. Un mallorquín irrepetible, cuya pérdida deja un enorme vacío en el corazón de muchos aficionados al deporte del pedal y en el de Antònia Ramis Portell, el gran amor de su vida, con la que se casó en 1947 coincidiendo con sus primeros grandes éxitos a nivel nacional. Porque en 1947, en el desaparecido Velódromo de El Tirador, Bernardo Capó batió el récord de la hora dejándolo en 42'633 kilómetros, y pocos meses después se proclamó campeón de España de fondo en carretera.

Nacido en el predio de Son Morey, en el término municipal de Muro, Bernardo Capó, conocido como «en Bernat Peix», aprendió a ser ciclista por necesidad. De niño trabajaba de sol a sol en el campo y por la noche, en bicicleta, iba a la escuela para aprender a leer y escribir. Con diecisiete años el estallido de la guerra civil le llevó al frente de Teruel con la Tercera División de Navarra. Nunca disparó un tiro que no fuera al aire, pero como era habitual en aquella época tuvo que hacer siete años de mili.

Una vez licenciado, con 24 años, se puso a trabajar en una fábrica de vigas de cemento, pero sería el ciclismo lo que le catapultaría a la fama y al bienestar social. Capó corrió en 4 oportunidades la Vuelta a España y es hasta la fecha el único ciclista mallorquín que ha hecho podio en la ronda española: terminó tercero en 1948. En 1954, con 35 años, colgó la bicicleta. Montó una tienda de venta de bicicletas y motos. Hoy al frente de Casa Capó quedan sus hijos, Catalina y Pedro.