Ayer murió y ayer fue enterrado en su localidad natal, Muro, el que
fuera una de las leyendas del ciclismo español de todos los
tiempos: Bernardo Capó Plomer. Un mallorquín irrepetible, cuya
pérdida deja un enorme vacío en el corazón de muchos aficionados al
deporte del pedal y en el de Antònia Ramis Portell, el gran amor de
su vida, con la que se casó en 1947 coincidiendo con sus primeros
grandes éxitos a nivel nacional. Porque en 1947, en el desaparecido
Velódromo de El Tirador, Bernardo Capó batió el récord de la hora
dejándolo en 42'633 kilómetros, y pocos meses después se proclamó
campeón de España de fondo en carretera.
Nacido en el predio de Son Morey, en el término municipal de
Muro, Bernardo Capó, conocido como «en Bernat Peix», aprendió a ser
ciclista por necesidad. De niño trabajaba de sol a sol en el campo
y por la noche, en bicicleta, iba a la escuela para aprender a leer
y escribir. Con diecisiete años el estallido de la guerra civil le
llevó al frente de Teruel con la Tercera División de Navarra. Nunca
disparó un tiro que no fuera al aire, pero como era habitual en
aquella época tuvo que hacer siete años de mili.
Una vez licenciado, con 24 años, se puso a trabajar en una
fábrica de vigas de cemento, pero sería el ciclismo lo que le
catapultaría a la fama y al bienestar social. Capó corrió en 4
oportunidades la Vuelta a España y es hasta la fecha el único
ciclista mallorquín que ha hecho podio en la ronda española:
terminó tercero en 1948. En 1954, con 35 años, colgó la bicicleta.
Montó una tienda de venta de bicicletas y motos. Hoy al frente de
Casa Capó quedan sus hijos, Catalina y Pedro.
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