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Los colores rojo y negro se salieron ayer del Gran Casino de Montecarlo. Alrededor de un millar de aficionados mallorquinistas copó ayer las calles de la capital del Principado en las horas previas al encuentro de ayer. Los seguidores bermellones aprovecharon la mañana "muchos de ellos habían llegado ya a Mónaco el miércoles" para recorrer los principales rincones de Montecarlo y pasear por el puerto mostrando en todo momento las enseñas bermellonas. Aunque había un cierto ambiente de partido antes del desembarco de los mallorquines, lo cierto es que su presencia acentuó aún más el clima propio de una eliminatoria de Copa de la UEFA. Los aficionados isleños se ganaron con su comportamiento la simpatía de los ciudadanos monegascos y al filo de las cinco de la tarde se dirigieron al estadio Luis II, el fabuloso recinto del Mónaco, para ubicarse en el fondo que les había destinado el club monegasco. Aunque el comportamiento de los hinchas rojillos lo hizo completamente innecesario, lo cierto es que el estadio contó con un férreo dispositivo de seguridad a fin de evitar cualquier tipo de incidente. Ambas aficiones dieron en todo momento una lección de deportividad en una jornada de turismo y fútbol.