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La eliminatoria está en sus manos. Sólo una victoria separa al Drac Inca de los cuartos de final. El grupo de Olmos asume esta noche su cuarto partido de la serie ante Cajasur entre concienciado y excitado. Todo parece jugar a su favor y en este aparente desequilibrio que proyecta la cita de esta noche parece radicar el principal problema. Plantel y técnico se han esforzado durante las últimas horas en mitigar cualquier dosis de euforia reivindicando el apoyo de la hinchada, pero lo cierto es que el entorno da el asunto por zanjado. El Inca flirtea con la posibilidad de mejorar su currículo y dejar atrás episodios perdedores, pero volverá a topar con un equipo incómodo a más no poder y con un amor propio que no admite sospecha alguna.

De hecho, el conjunto mallorquín ha tenido que exponer lo mejor de su repertirio en cada una de las funciones que ha protagonizado durante los últimos días. Ninguna de ellas ha tenido una fractura fácil y cualquier conclusión precipitada ha sido errónea. «No me preocupa demasiado que la gente esté eufórica, me preocuparía si el equipo lo estuviera y no es el caso. Todos somos conscientes de que no hemos conseguido nada», recita Olmos de forma copiosa cada vez que alguien insinúa que el Lucentum Alicante aguarda a su equipo. «Es absurdo plantearse una próxima ronda cuando aún no hemos solventado esta. Es mejor ir paso a paso y ser humildes», argumenta el valenciano.

Pese a la cautela que remite el vestuario inquense, es evidente que la herida del Cajasur se ha agrandado en el Palau, el mismo escenario donde puede claudicar, pero donde también ha certificado que su baloncesto carece de complejos y que su manual defensivo es extraordinario. Tres partidos después casi nadie puede poner el tela de juicio el tratado de intenciones del cuadro andaluz, aunque si es cierto que la posibilidad de mantener la misma intensidad que ha otorgado a su juego en los tres anteriores partidos si abre ciertos interrogantes. El Inca, con un banquillo mucho más largo, logró el lunes solventar una de sus asignaturas pendientes: manejar el partido. Felipe García asumió un papel relevante en este sentido. Olmos apostó de salida por el base malagueño y es bastante probable que Rafa Monclova vuelve a empezar el partido sentado en el banquillo. Dani Merchán también incrementó su crédito. 39 minutos en pista y mucho trabajo.