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1 REAL MADRID: Iker Casillas; Geremi, Helguera, Iván Campo, Roberto Carlos; Figo, Makelele, Celades, Savio; Guti y Raúl.
Cambios: Munitis por Guti; Flavio por Iván Campo y Michel Salgado por Celades.

2 GALATASARAY: Taffarel; Capone, Bulent Korkmaz, Popescu, Hakan Unsal; Emre, Okan, Suat, Hagi, Umit y Jardel.
Cambios: Akin Bulent por Hagi; Hasan por Okan y Fatih por Capone.

ÀRBITRO: Günter Benko (Austria). Mostró cartulina amarilla a Okan, Suat, Umit, del Galatasaray y a Makelele, Helguera, Figo, Munitis, del Real Madrid.

GOLES:
Minuto 40, Jardel, de penalti, 0-1.
Minuto 78, Raúl, de penalti, 1-1.
Minuto 102, Jardel, 1-2.

LUIS VILLAREJO (EFE)
Al Real Madrid, definitivamente, no le va la Supercopa, no es un trofeo que le tenga afecto al actual campeón de Europa, que vio cómo se esfumaba de sus vitrinas por segunda vez en tres años, eso sí, con un gol de oro de Jardel que dio el título al Galatasaray. De esta forma, Turquía refleja en el fútbol su rebeldía y une con este deporte a un país que vive el mundo del balón cada día de forma más apasionada. El escaparate de la Supercopa no es para el Real Madrid. Está visto. Mónaco no es madridista.

El Galatasaray, de entrada, jugaba en casa. La fiebre futbolera que vive Turquía invita a sus compatriotas a viajar y desplazarse desde muchos puntos de Europa para seguir a sus equipos. Y hoy no fue una excepción. El Madrid salió de forma fulgurante a conquistar un trofeo que aún no tiene en sus vitrinas. El comienzo del Madrid fue prometedor. Con Makelele espléndido a la hora de rebañar todo lo que se perdía en la zona de Emre, y con fluidez en las bandas, con Figo y Savio, sólo le faltó el gol, y eso que a punto estuvo en las botas de Raúl en un par de ocasiones.

Llamaba la atención el caos del Galatasaray en el campo. Hagi se enfrentaba verbalmente a Okan, discutía con Lucescu, el técnico, y Bulent, su capitán, gritaba a todo lo que se movía, incluidos sus compañeros. Así las cosas, todo invitaba a presumir que el campeón turco se iba a diluir y a desaparecer. Pero el bajón físico, de repente, se adueñó del equipo de Vicente del Bosque.