El ex campeón olímpico Muhammad Ali rompió su estricto protocolo y
recordó los viejos tiempos del boxeador y deportista de multitudes
cuando en un suburbio de la ciudad australiana de Adelaide se
entregó por completo a los aficionados que acudieron a verlo en una
factoría local.
Ali abandonó el lujoso automóvil en el que viajaba y comenzó a
estrechar la mano y firmar autógrafos a más de un centenar de
personas que se encontraban en la factoría de Visy, cuyo dueño,
Richard Pratt, de Melbourne, lo tiene como su invitado de honor. El
tres veces campeón de los pesos completos dijo sentirse feliz de
poder volver a encontrarse con las personas sencillas y normales,
que son a las que quiere y respeta. El ex ganador de la medalla de
oro olímpica destacó que el motivo de su gira por Australia era
precisamente el de poder reunirse con la gente.
A pesar de los visibles efectos de la enfermedad de Parkinson,
Ali demostró una vez más su gran habilidad para seguir expresando
las frases ingeniosas y punzantes que ya lo han inmortalizado.
«Siempre he dicho y lo reitero que el boxeador que más duro me pegó
y más difícil me puso las cosas en el cuadrilátero fue Joe
Frazier», señaló Ali. El ex campeón del mundo también tuvo palabras
para su hija Laila, quien ha comenzado a boxear, y se limitó a
decir que era una chica muy hermosa. «Si ustedes ven una foto
sabrán que lo digo es verdad».
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