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LLORENç FEBRER
Sant Llorenç permaneció despierto para animar y seguir la actuación de su deportista más ilustre en Sidney. A partir de las 3 de la madrugada en el pueblo se respiraba el ambiente de las grandes ocasiones, y padres y decenas de amigos de Marga Fullana vieron cómo la deportista mallorquina lograba el bronce olímpico ante un gran televisor de un bar de la plaza de la Iglesia.

Marga Fullana logró la medalla de bronce en la prueba de «mountain-bike» o bicicleta todo terreno (BTT) de los Juegos de Sydney, en una jornada en la que la italiana Paola Pezzo revalidó su título olímpico, el único que se había disputado hasta la fecha. «Marga es alguien muy especial para nosotros y se merecía que nadie durmiera para ver su actuación», declaró ayer Luis Julve, uno de los organizadores de la velada celebrada la pasada madrugada y autor de una página web en Internet que relata la trayectoria profesional de la ciclista mallorquina.

Marga, hija de un reconocido ciclista profesional de los años 60, se inició en el ciclismo de la mano de su padre a los 15 años de edad, quién supervisó los entrenamientos en sus primeros pasos. Cuando se inició la carrera las ilusiones estaban por las nubes y en el momento en el que Marga superaba a la suiza Barbara Blater y se hacía con el mando de la prueba, la localidad al completo estallaba de júbilo y se vivían momentos de absoluta felicidad ante la más que probable llegada del oro a Mallorca.

Posteriormente llegaría la fatídica caída, y pese a la decepción inicial, los gritos contra la italiana se transformarían rapidamente en nuevos cánticos de ánimo dirigidos a la llorencina. Una vez concluida la prueba, y ya con el bronce en el bolsillo, el pueblo saltó a la calle para celebrarlo a lo grande y los habitantes de Sant Llorenç fueron en busca de Jaime Fullana, padre de Marga, al que sacaron a hombros por las calles y al que bañaron en la fuente de la plaza.