En el historial de este ferviente musulmán empieza a dibujarse
la sombra de la maldición olímpica. En Atlanta tropezó con el
argelino Nurredin Morceli "a la postre campeón" cuando se disponía
a entrar en la brega por las medallas y terminó duodécimo. Cuatro
años después ha sido derrotado por el keniano Noah Ngeny. La ayuda
del marroquí Yusef Baba, que tiró cuanto pudo en los primeros 800
metros, no fue esta vez suficiente. El Guerruj planteó la carrera
con «liebre», pero las piernas de sus adversarios no recibieron
esta vez suficiente castigo, como el año pasado en los Mundiales de
Sevilla a cargo de Adil Kauch.
Los espectadores protestaron con silbidos el anunciado
sacrificio de Baba y aplaudieron la victoria de Ngeny (3:32.07),
que pone de manifiesto las debilidades de un atleta que parecía
imbatible, y sobre todo su mediocre sprint. El reino de El Guerruj
puede estar amenazado por este joven keniano que ya el año pasado
llegó con el marroquí hasta los últimos metros de la final
mundialista de Sevilla.
La final de los 1.500 metros masculinos de los Juegos de Sydney
no contaba hoy con españoles que optaran al podio y así quedó
patente tras la disputa de la prueba en el Estadio Olímpico:
finalmente, el gallego Andrés Díaz y el burgalés Juan Carlos
Higuero tuvieron que conformarse con la séptima y octava
posiciones, respectivamente, es decir, diploma olímpico. Las
condiciones de carrera eran muy propicias para Díaz: una prueba muy
rápida que incluso terminó en nueva plusmarca olímpica (3:32.07) y
con sorpresa incluida en lo más alto del podio, al que no se subió
el gran favorito, Hicham El Guerruj, finalmente plata.
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