ALBERT ORFILA
El manual de Abós quedó en entredicho en León. La obsesión del aragonés por la rotación acabó generando un déficit descomunal y una derrota humillante que no refleja con fiabilidad la distancia real que existe entre uno y otro equipo. Cuando Drac Inca movió sus piezas con algo de coherencia habló a su rival con el mismo tono de voz, el problema es que cuando lo hizo ya era demasiado tarde.
Inca fue una ruina durante el primer tiempo. Porcentajes para el sonrojo y una confusión industrial en en el banquillo dejaron el partido visto para sentencia todavía con mucho camino por recorrer. Abós fue quien abrió la puerta del desastre. Desarmó a su equipo en la apertura del segundo cuarto, ordenó una zona que acabó siendo la burla de la grada y fue incapaz de reaccionar hasta que el partido estaba imposible (43-20 en el 19').
Drac Inca cerró los dos primeros cuartos con un bagaje ofensivo para la reflexión y sólo Stuckey (11 de los 25 puntos que sumó su equipo) mostró cierta clarividencia en un conjunto sin recursos en el perímetro y que se permitió la licencia de tener a Llorenç Mons olvidado en el banquillo. Fernández y Morales fueron la otra cara de la moneda. Su solvencia en el juego exterior impulsó a un León que patentó su superioridad en el segundo cuarto, justo cuando Abós desarmó a su equipo y propuso un cinco inicial (Sánchez, Merino, Cabral, Montañana y Crespo) repleto de incoherencias.
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