Un espectacular despliegue pirotécnico, el más grande de toda la
historia, que vistió de luz y color catorce kilómetros entre el
estadio Olímpico y la bahía de Sydney puso colofón a las
Olimpiadas. El espectáculo concluyó con una monumental traca de
6.000 kilos de pólvora, cuyo clímax fue la explosión de los cinco
anillos olímpicos colocados sobre el monumental «Puente de la
Bahía».
Los fuegos artificiales estuvieron coordinados por expertos de
los cinco continentes, incluido el valenciano Ricardo Caballer.
Previamente, siete mil quinientas personas deleitaron a los 110.000
que abarrotaron el estadio, con un espectáculo festivo que trató de
ser también un compendio de la cultura popular australiana.
La modelo Elle McPherson, el golfista Greg Norman, el actor Paul
Hogan (Cocodrilo Dundee) y el grupo pop Men at Work fueron las
grandes estrellas australianas de una ceremonia, que también contó
con la participación de los cantantes John Paul Young y Kylie
Minogue entre otros.
La ceremonia comenzó con la entrada al estadio de las banderas
de los comités olímpicos nacionales, con el nadador Ian Thorpe y el
jugador de balonmano Iñaki Urdangarín, como portaestandartes de
Australia y España. También fueron presentados los integrantes de
la comisión de deportistas del COI, entre los que destaca el
jugador de waterpolo español Manel Estiarte.
La arriada de la bandera de los cinco anillos dio paso a la
extinción de la llama olímpica, acto seguido un F-111 de las
fuerzas armadas sobrevoló a baja altura el estadio. Como dijo
Samarach «Nos vemos en Atenas».
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