Vicente Engonga, en un primer plano, en una imagen captada en una sesión de entrenamiento. Foto: T. MONSERRAT.

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Chamartín aparece en el libro de ruta del Mallorca como la última estación de un trayecto especialmente hostil. El recelo que infundó un calendario sinuoso (Deportivo, Barcelona y Real Madrid) ha acabado generando un ambiente que roza la euforia y el grupo de Aragonés jugará esta noche en Madrid avalado por la línea ascendente que ha experimentado su fútbol, especialmente ante dos escuadras con cartel europeo.

De hecho, si el componente anímico es importante, el cuadro balear llega a la cita embriagado. La referencia más cercana es extraordinaria y aparentemente da la impresión que el Mallorca ya interpreta un guión claro. Su juego ha adquirido equilibrio en todos los sentidos y ante el Barça se dio un festín.

No cabe duda que el Mallorca y el mallorquinismo anda excitado despues de zurrar a Serra Ferrer, pero el Real Madrid también proyecta un aspecto radiante. Kilométricamente distanciado de la languidez que había venido mostrando durante las dos últimas temporadas en el Santiago Bernabéu, el conjunto blanco ha variado sustancialmente su imagen pretérita de vulnerabilidad y se está mostrando como un equipo sólido y con una inagotable fuente de recursos para atacar. La ausencia de un nueve puro, provocada por la lesión de Fernando Morientes, minó de interrogantes el dibujo de Del Bosque, pero este hecho ha quedado mitigado por un plantel en el que sobra la calidad y, especialmente, por el fútbol emergente de Guti.

El canterano, detestado por la grada no hace tanto tiempo, se ha convertido en un elemento básico en el juego de ataque de su equipo. Los números así lo ratifican. De los 31 goles que ha obtenido el Real Madrid hasta el momento, repartidos en competición doméstica (16) y Liga de Campeones (15), Guti ha tenido una participación determinante en trece de ellos.