TOMEU TERRASA-ENVIADO ESPECIAL A S.SEBASTIÀN
No hace falta que el Mallorca juegue en Son Moix para que la alineación esté integrada por doce jugadores. El equipo bermellón sacó oro de su complicada visita a Anoeta gracias, en un alto porcentaje, a la maestría de Luis Aragonés. El 'sabio' entra poco en juego, pero cuando lo hace se muestra muy capaz de trastocar el guión de todo un encuentro. Acertadísimo en los cambios y clarividente al ordenar a sus centrales que subieran a rematar cuando el reloj estaba a punto de pararse, el entrenador bermellón se convirtió por derecho propio en una de las grandes figuras bajo la lluvia donostiarra. Aragonés ordenó a Nadal que subiera a rematar como si él ya hubiera visto antes el desenlace del partido. El manacorí obedeció, confió en la confianza de su entrenador y se levantó por encima de todos en cuanto Stankovic le envió la rosca.
La Real exhibió gigantescas carencias en todas sus líneas y se reveló como un grupo inseguro, consciente de sus lagunas. El Mallorca tomó nota pero le costó un mundo sacar ventaja de tanto miedo acumulado. Durante media hora no pasó casi nada. Sólo Samuel Eto'o tuvo opciones de mover el marcador pero su remate, al recoger un clarividente centro de Ibagaza, fue a estrellar el balón al palo.
A la Real le pesaban las botas y prefería que fuera el Mallorca quien dirigiera el partido. Con la excepción de Idiakez, muy vivo por banda, el grupo de Periko Alonso llegó en contadísimas ocasiones al área de Leo Franco y cuando lo hizo el hispanoargentino apenas pudo lucirse. Khokhlov y De Paula intentaron inquietarle pero sus flojos remates no impresionaron a nadie. Sólo Idiakez dispuso de una opción a balón parado y Franco no defraudó, desviando a córner un balón raso cargado de veneno.
No dio más de sí este encuentro feo, trompicado, cosido a imprecisiones de uno y otro. No dio más de sí hasta que Aragonés dispuso lo contrario. El técnico ordenó la salida en tromba de Novo y Stankovic y el Mallorca redobló su poder de convicción en el juego de bandas. El serbio creó buenas opciones por la izquierda y suyo fue el golpe de gracia en una falta al filo de la conclusión. El balón planeó hacia el área y la cabeza de Nadal surgió entre la lluvia.
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