Fiel a la tendencia que adquirió durante el curso anterior, Menorca
Bàsquet y Drac Inca volverán a cruzar sus caminos acomodados junto
a la aristrocracia de la Liga. El clásico se ha instalado de nuevo
en las alturas y su última entrega desprende un agradable aroma a
Copa. Independientemente de la carga de emotividad que siempre
lleva añadido cualquier pulso entre los dos máximos exponentes del
baloncesto balear, el duelo de esta noche (21.00 horas) es toda una
invitación a Melilla.
Sobrepasado el primer tercio de la fase regular, Drac Inca puede
jactarse de llegar a Maó situado justo un peldaño por encima de su
rival, pero sentirse favorito en el centro de operaciones del
Menorca resultaría absurdo. Historial y estadísticas al margen (el
equipo mallorquín nunca ha ganado en el Polideportivo Municial), la
única diferencia real que existe entre estos dos equipos después de
once jornadas de competición es haber jugado con el Ferrol, un
conjunto que huele a cadáver y que está predestinado a abandonar la
LEB. Posiblemente, este factor es el que otorga una victoria más
que el Menorca a la hoja de servicios del Inca.
En cuestión de baloncesto, Quino Salvo y José Luis Abós García
han evidenciado que manejan manuales antagónicos. Ver jugar al
Menorca es agradable, una gozada. La dimensión que ha adquirido
Patricio Reynés con la reducción del tiempo de posesión (de 30 a 24
segundos) es inmensa e incomodar al director de juego mahonés es
una de las principales obsesiones del Inca.
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