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91MENORCA BÀSQUET: Reynés (17), Deveaux (24), Savane (14), López Vilas (4), Mario Santana (8) -cinco inicial-, Rubén Fernández (2), Pérez Alarcón (3), Alba (15) y Muñoz (4).
22 de 40 en tiros de 2 puntos. 7 de 24 en tiros de 3 puntos. 26 de 34 en tiros libres. 24 rebotes (13 en ataque y 11 en defensa). 24 faltas personales.
95DRAC INCA: Cabral (6), Edu Sánchez (2), Stacey (27), Montañana (8), Stuckey (25) -cinco inicial-, Mons (6), Crespo (2), Merino (2), Villar (9) y Santi Aldama (8).
26 de 39 en tiros de 2 puntos. 8 de 16 en tiros de 3 puntos. 19 de 25 en tiros libres. 28 rebotes (23 en defensa y 5 en ataque). 23 faltas personales.
ÀRBITROS: Oscar Bardaji y Antonio Garcia. Excluyeron por cinco faltas personales a López Vilas, Santana y Aldama; estos dos últimos también fueron castigados con una falta técnica cada uno.

ALBERT ORFILA. MAÓ
Drac Inca alteró con emotividad el guión de una historia que le había convertido en un perdedor compulsivo. Anthony Stacey, un tipo de 22 años y que acumula poco más de cuatro meses en el baloncesto nacional, fue el hombre del partido y un argumento determinante a la hora de variar una situación perentoria. El último clásico balear con rango LEB fue una orgia de baloncesto; un partido en el que el Menorca Bàsquet dejó claro que su amor propio es inagotable, pero también una cita repleta de incongruencias que acabaron proyectando un final grandioso.

Es complejo explicar como puede dilapidarse una renta de 22 puntos (14-36) y acabar jugándose el partido sobre la línea de tiros libres, pero las respuestas parecen estar en el banquillo. Abós logró durante el primer acto que el partido se moviera por el camino que el había dibujado, incluso mucho mejor. Anuló la conexión Reynés-Savane gracias al buen trabajo de Edu Sáchez y su pareja interior y el corto circuito que generó en el Menroca fue enorme. No pudo correr el grupo de Quino Salvo y pronto se notó fuera de su hábitat natural. Con la brújula en manos del Inca, su equilibrio resultó demoledor. Menorca produjo parciales para el sonrojo (11 de 31 en tiros de campo) y en el marcador se abrió una brecha significativa (35-50 al descanso) que, entre otras cosas, confirmaba la superioridad mallorquina en el perímetro y el triunfo de Abós en la pizarra.

No obstante, la escuadra local nunca dió la espalda al partido y su entrega resultó encomiable. Eso no es fruto de la casualidad, sino de un equipo mentalmente enorme y con una fe ciega en sus posibilidades. En ese factor intangible sentó el Menorca las bases de una reacción épica. Mostró las uñas en el tercer cuarto (52-60 después de una canasta de Alba), pero fue en los último diez minutos cuando acabó dando forma a una reacción que siempre flotó sobre la pista. Reynés tomó el mando del partido y el Inca se vino poco a poco hacia abajo. Encontró a Stacey, pero la defensa zonal que ordenó Abós abocó al Inca a un inexplicable suicido. A base de triples, Menorca Bàsquet igualó el partido a 39 segundos para el final (88-88), aunque el estadounidense arregló lo que estropeó su entrenador.