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EFE - Melbourne
La lucha por el primer Grand Slam de la temporada comienza en Melburne con varias interrogantes, la principal, comprobar si el tenis español continua envuelto en la euforia tras su histórica victoria en la final de Copa Davis, y si es capaz de acabar con una de las pocas metas inalcanzables que le quedan.

Ningún español se ha coronado campeón del abierto australiano en los cuadros individuales, aunque no han faltado ocasiones, las últimas, del mallorquín Carlos Moyá en 1997 y Conchita Martínez al año siguiente. Esta vez la armada llega al otro extremo del mundo emborrachada por la gloria de ganar la ensaladera y con un complejo menos.

La presencia mallorquina se incrementa en esta edición con la presencia de Nuria Llagostera, que se medirá hoy ante Joannette Kruger. Faltan en la lista Corretja y Costa, que decidieron renunciar a esta cita para preparar mejor el resto de la sesión, y Arantxa, que por primera vez en diez temporadas ha preferido reservarse para atacar con mayores garantías otras citas como Roland Garros.

Vuelven históricos como Sergi Bruguera, recuperados de lesiones, Félix Mantilla, y en efervescente actualidad, como Juan Carlos Ferrero, el héroe del Sant Jordi, y un recuperado Carlos Moyá, quien se descubrió al mundo tenístico al llegar aquí a la final de hace tres años contra Sampras y que jugará mañana su primer partido.

Ferrero es sin duda el más cotizado. Su victoria ante «Pistol Pete» en Kooyong indica que sigue en estado de gracia después de su fenomenal rendimiento Copa Davis contra Australia.

El de Onteniente tendrá que dar pruebas de nuevo de su gran temperamento pues ya no es la joven esperanza de otros años, sino una realidad y por ello se le exigirá. Además, esta vez, tendrá que soportar el acoso del público australiano, ávido de venganza por la afrenta en Barcelona, y la responsabilidad de ser el mejor español del momento.