Alcanzado el punto cero en El Sadar "jugar peor es imposible", el
Mallorca ha desatado un debate inmenso. Demasiadas cosas están bajo
sospecha, fundamentalmente porque el estado de crisis es permanente
y la pregunta empieza a ser siempre la misma: ¿Hacia dónde va este
equipo?. Agotado el catálogo de excusas, la lógica más pura deja
claro que el grupo balear debe replantearse muchas cosas y
recuperar sus señas de identidad.
Si al despedido Bernd Krauss se le ha acusado directamente de
desnaturalizar a un equipo que había forjado un legado fantástico,
Sergio Kresic parece tener claro que su principal objetivo pasa por
recuperar el orden perdido y montar de nuevo el andamiaje. El
principal problema es que empezar de nuevo cuesta horrores.
De Las Palmas a Osasuna sólo van nueve jornadas, pero también
han ocurrido demasiadas cosas. La Liga de Campeones se ha quedado
por el camino y el Mallorca ha adquirido un aspecto irreconocible.
Y eso es la peor noticia que podía recibir un equipo que desde hace
cuatro años mantiene su esqueleto prácticamente intacto. Nadie se
parece a quien era.
Metido en arenas movedizas desde que se abrió el curso, el club
decidió en su momento recurrir a Sergio Kresic para provocar una
reacción inmediata. Si el equipo tomó aire ante el Rayo Vallecano,
Londrés y Atlético Osasuna se han encargado de trasladar de nuevo
al Mallorca a un escenario tétrico. La clasificación le delata como
el decimoctavo, pero es poco probable que algún equipo ofrezca un
repertorio tan pobre como el que ofreció el cuadro balear en
Pamplona.
Sergio Kresic es un tipo que no necesita demasiadas
presentaciones. Desde que llegó a España se ha granjeado fama de
entrenador duro, de esos que no tienen problemas para poner a los
futbolistas a raya, aunque ante situaciones de este tamaño, hasta
los entrenadores suelen andar confusos.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.