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Una derrota hiriente en Londres y una bofetada en Pamplona han bastado para que Kresic cambie de estilo. Hastiado de ver cómo el equipo sufría de cintura para abajo, el técnico de Split ha decidido cerrar la hemorragia amontonando defensas alrededor de Leo Franco. Varió su dibujo ante Panathinaikos y Tenerife y, de momento, ha acabado con el goteo de derrotas al que estaba acostumbrado. Es el nuevo Real Mallorca, mejor o peor, pero nuevo.

Kresic ha acabado pronto con la herencia de Krauss. Los argumentos del preparador alemán siempre se apoyaban sobre el esqueleto básico de cuatro defensas (Miquel Soler, Niño, Nadal y Olaizola), cuatro hombres en el centro del campo (Cristian Díaz o Novo, Engonga, Marcos y Campano), un enlace (Etoo) y un delantero (Luque). Kresic se agarró a ese sistema a su llegada, pero las dos últimas derrotas lejos de Ciutat le han obligado a cambiar su filosofía. Ha compuesto una zaga de tres hombres en el eje (Niño, Nadal y Olaizola), con dos volantes por las bandas (Campano y Miquel Soler); el círculo central está lleno con tres hombres (Marcos, Novo y Paunovic) y arriba Etoo y Albert Luque se siguen repartiendo el espacio.

La nueva composición del once mallorquín le ha otorgado más solvencia a la defensa; Nadal, Niño y Olaizola son los encargados de defender a los puntas del equipo rival y de cerrar los espacios que crean las incorporaciones al ataque de Miquel Soler y Campano. El catalán y el sevillano pisan con mayor frecuencia el campo contrario y sus aportaciones en ataque oxigenan la zona de creación.

Allí, en el círculo central, Kresic ha juntado a tres hombres: Paunovic, Marcos y Novo. La lesión de Vicente Engonga ha condicionado esa estructura y la principal aplicación actual del centro del campo es el repliegue, el robo de balón y la entrega corta o a la banda en busca de uno de los dos hombres que progresa desde la zaga. Por delante de ellos se encuentra Samuel Etoo, que ejerce de segundo delantero por detrás de Albert Luque.