TW
0

86 COINGA MENORCA BÀSQUET: (23+29+11+22): Lino López (15), DA.Layne (15), Floyd (12), Jordi Muñoz (4), Santana (15) "cinco inicial", Rueda (2), Herve (0), Castelló (9) y David Fernández (14). 28 de 54 en tiros de 2 puntos. 2 de 13 en tiros de 3 puntos. 24 de 36 en tiros libres. 34 rebotes (27 en defensa y 7 en ataque). 32 faltas personales.
87 DRAC INCA: (14+24+20+29): Sergi Grimau (0), Navalón (19), Willy Villar (13), Alzamora (11), Stuckey (20) "cinco inicial", Xavi Puyada (9), Green (8), Montañana (4) y Ramón Bordas (3). 28 de 52 en tiros de 2 puntos. 2 de 12 en tiros de 3 puntos. 25 de 41 en tiros libres. 46 rebotes (29 en defensa y 17 en ataque). 28 faltas personales.
Àrbitros: Bardají (catalán) y Estévez Camiña (gallego). Excluyeron por cinco faltas personales a Jordi Muñoz, David Fernández, Lino López, DA.Layne (Menorca) y Kelby Stuckey (Drac Inca). Sancionar con falta técnica al propio David Fernández y a Kenny Green, éste último por dar un pisotón a Fernández tras cometer una falta en ataque.
Incidencias: Polideportivo Municipal de Maó. Lleno. En los prolegómenos del partido se guardó un minuto de silencio en memoria de Joaquín Riera Garriga, padre político del ex directivo local Joaquín Bisbal. Durante el tiempo de descanso fueron presentados los equipos inferiores del Menorca.

Albert Orfila - MAÓ
Sólo el tiempo permitirá cuantificar el valor real del clásico más díscolo que anidará a partir de ahora en los archivos. El partido, entre otras cosas, será recordado porque José Luis Oliete ganó por primera vez en el escenario de su catarsis luciendo el traje del enemigo público número uno, pero también por la inimaginable resolución que tuvo el duelo. El Menorca Bàsquet conoció anoche la versión más cruel del baloncesto. Es cierto que topó con un equipo que emergió a base de grandes cantidades de fe, pero si remontar 19 puntos es una misión imposible, dilapidar esta renta en algo menos de once minutos es un ejercicio de insensatez supina. Nunca la disección de un partido fue tan clara, entre otras cosas porque sus protagonistas se repartieron el gobierno de forma equitativa.

El cuadro de Quino Salvo hizo lo que quiso durante el primer acto y el Drac Inca lo arregló en el segundo. Recurrió al tarro, se huntó la cara con pintura de guerra y encontró lo que buscaba a falta de un solo segundo. Un epílogo repleto de locura para una función que transcurrió sobre parámetros anormales. Si el Inca tiene más armamento dentro de la pintura, es complejo entender como el Menorca durante los dos primeros cuartos lo forjó casi todo dentro de la pintura. Jordi Muñoz y Mario Santana se burlaron de todo el mundo y el descosido resultó brutal. De hecho, cuando el Inca se dio cuenta, el Menorca había echado mucha tierra de por medio. El primer cuarto se saldó con 23-14 y al descanso su renta alcanzaba los los 14 puntos (52-38).

El ritmó que había impuesto Lino López quebró cualquier propuesta del Inca. Oliete lo probó casi todo. Rotó a los interiores y a los exteriores, cambió las asignaciones defensivas y también pasó de individual a zona. Pero nada surtió efecto. Su equipo ofrecía un aspecto lamentable (11 de 23 en tiros libres) y el Menorca se daba un enorme festín. Si los continuos cortocircuitos que provocaban Muñoz y Santana "después se añadió David Fernández" no eran suficientes, la tercera falta personal de Kelby Stuckey (minuto 9) dejó al equipo sin referencia alguna en ataque.

Pero todo empezó a cambiar cuando Navalón tomó la palabra. Se abría el tercer cuarto y Quino Salvo decidió tirar de su mejor armamento. Oliete rescató del banquillo a Stuckey y el cuadro mallorquín tomó aire. DA Layne fracasó en su emparejamiento con Navalón, quien empujó al Drac Inca con ocho puntos en este periodo. Montañana y Stuckey también habían logrado imponer sus credenciales. El partido estaba cambiando de manos (64-58). Muñoz se había sido excluido por faltas y el juego interior del Menorca languidecía (12-20 de parcial).

Una jugada de 2+1 gestada por Stuckey advirtió al Menorca que ya estaba en verdaderos apuros (66-65). El partido había cobrado una nueva dimensión. Santana no daba señales de vida y Stuckey no dejaba de sumar. Otra canasta suya a falta de 3.31 para la conclusión equilibraba por primera vez el partido (73-73). El Inca ya había desaprovechado varias posesiones para voltear los dígitos, pero en su obsesión por destrozar la lógica acabó encontrando un premio repleto de ilusionismo. Con sólo 37 segundos de vida y tras un triple de Puyada (82-80), el Inca buscó la falta y recurrió siempre a Castelló. El base se fue cuatro veces a la línea de tiros libres y sus errores acabaron dictando sentencia. Green, patético durante todo el partido, justificó su fichaje en la última acción del encuentro. Recibió dentro, machacó, forzó falta y anotó el tiro libre: 86-87.