En el fútbol, como en la vida misma, hay de todo. Abunda lo bueno y
también lo malo y en plena vorágine competitiva donde lo que manda
es el resultado del domingo o del miércoles, encuentran sitio
personas entregadas a su profesión de futbolista y con los que
sigue siendo toda una experiencia intercambiar una extensa
conversación. Es el caso de Carlos Àngel Roa, el portero del Real
Mallorca que en diciembre será inscrito y que tiene en su mente dos
claros objetivos desde el punto de vista deportivo: primero, estar
al cien por cien y, en consecuencia, intentar jugar y segundo, ser
llamado por Marcelo Bielsa para engrosar las filas de la selección
argentina que participará en el Mundial de Corea-Japón.
Esta fue la excusa a la hora de buscar un motivo para hablar con
Carlos, pero la conversación dio mucho más de sí porque él no es el
prototipo de futbolista que se olvida del entorno, de la realidad,
de la vida, en una palabra.
«¿Me pregunta por el mundial? Tengo que responder que lo veo
lejos en el horizonte. Como dije en su momento hay un 0'1% de
posibilidades de que sea llamado, pero recuerde que siempre digo
que el fútbol da muchas vueltas y todo puede pasar», asegura el
guardameta argentino.
En Francia, ante Inglaterra, tuvo una actuación brillante. Atajó
tantos penaltis como le tiraron y Argentina eliminó a la selección
rival por excelencia más allá del Atlántico. Lo vivió todo y lo
tuvo todo, hasta que decidió abandonar. Ahora viene otra fase final
del Campeonato del Mundo y Roa sabe lo complicado que será llegar a
esa cita. «Nunca he olvidado lo que ha representado para mí ser
jugador de la selección argentina. Fue algo extraordinario. Me
ayudó a crecer», dice Carlos.
Roa fue uno de esos casos singulares en el fútbol mundial. En su
mejor momento dijo adiós, se marchó y lo dejó todo para cumplir
firmemente con sus creencias religiosa. Dios le llamó en su momento
pero el fútbol no podía quedarse sin él.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.