Europa es historia. No hubo remontada, ni milagro, ni los dos goles
más ansiados. Sólo hubo espacio para la decepción, para la
irritación. El Slovan, uno de esos equipos vulgares y cuyos
argumentos se apoyan simplemente en el músculo y la concentración,
volvió a golpear en Palma (5-2 es el cómputo global) y apeó a un
Mallorca que nunca ha encontrado su sitio en el balompié del Viejo
Continente. Lo perdió en la Liga de Campeones y al primer empujón
también ha sido desplazado de la UEFA. Rozó el ridículo en Liberec
y el gol de Biagini lo maquillo; ayer volvió a acercarse al
esperpento, y ahora ya no hay margen para rectificar (1-2).
Lejos de montar una guardia pretoriana entorno a al portero
Kinsky, el Slovan tuvo un inicio galáctico. A poco de que el balón
empezara a circular Kolousek (el mejor de los blancos) se encontró
con un balón en profundidad, lanzó una carrera tras ganar la
espalda a la zaga mallorquinista y sólo el pie de Leo Franco evitó
el sonrojo. Corría el primer minuto y el Mallorca ya estaba
obligado a retroceder, porque los checos no estaban dispuestos a
regalar tres cuartos de campo. Skorpill dispuso dos puntas sobre el
tapete de Son Moix y la presión que ejercieron los de Liberec en el
círculo central causó una profunda avería en la salida del
balón.
El cuero pasaba con excesiva frecuencia por las botas de
Olaizola o Nadal, pero nunca encontraba a alguien que alimentara a
Biagini, Luque o Eto'o. Cortocircuitado en la zona ancha, sólo la
estrategia permitía al equipo de Kresic pisar área; Vicente conectó
un cabezazo blando y Kinsky enjuagó el resto de peligro, tan
efímero como alarmante. En el primer acto fue el Slovan el único
que dio un paso al frente y la segunda arrancada de Kolusek, allá
por el minuto 20, abrió más interrogantes. El Mallorca tenía
delanteros, pero no ataque. Paco Soler nunca encontraba espacios y
la tupida zaga checa apenas dio concesiones. A Skorpill le bastó
con amontonar hombres en el centro del campo y moverlos en
dirección al balón. Paunovic y Nadal lo intentaron desde muy lejos,
pero sus disparos sólo apuntaban algo más de empuje, nunca
peligro.
La segunda mitad amaneció con otro aspecto, porque el Mallorca
se acercaba más al gol y porque la sensación era distinta. La
circulación era más fluida y el ritmo más elevado. Un escorzo de
Luque y un par de carreras de Campano le dieron más presencia al
conjunto rojillo, pero las acciones nunca llevaban dinamita. El
Slovan parecía tocado físicamente, pero encontró oro en la primera
ocasión que pisó campo rojillo; Stajner trazó un desmarque,
habilitó a Baffour y el delantero africano inclinó la eliminatoria
de fuerte disparo (minuto 56). Era una bofetada.
A pesar de recibir un fuerte encontronazo, los insulares
reaccionaron con orgullo. Luque dispuso de una buena opción para
marcar, pero estrelló su disparo en el lateral de la red. Minutos
más tarde, Paunovic marraba tras un servicio desde la derecha y la
paciencia de Kresic se agotó. El preparador croata metió en el
campo a Carlos y Novo, pero su variante sólo encontró una respuesta
contundente del equipo checo; otro balón a la espalda de la defensa
rojilla lo aprovechó Stajner para sortear la salidad desesperada de
Leo Franco y rascar en la herida (minuto 69).
Por aquel entonces, la clasificación ya era una utopía. Lo único
importante era acicalar la imagen y empezar a pensar en las excusas
que se servirían poco después de que se finiquitara el choque. Los
baleares no encontraban ningún argumento para la mejora y la grada
se dividió en dos facciones: los que buscaban un culpable, y los
que abandonaban la grada. La animosidad de Carlos Domínguez era lo
único positivo que se advertía en un Mallorca herido y la velocidad
del delantero sevillano provocó el penalti que le dio a Eto'o la
posibilidad de mejorar los números del equipo de Ciutat. Marcó el
camerunés y la calculadora se convirtió nuevamente en una
herramienta de trabajo (minuto 79). Pero era imposible y así lo
entendió la afición, que se marchó desencantada a falta de cinco
minutos para cerrar el partido. Europa era historia y el Málaga es
el futuro.
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