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Lorenzo Martínez - ROMA La confirmación del primer positivo de Pep Guardiola por nandrolona en el contraanálisis, y a la espera de lo que la próxima semana ocurra con el segundo, viene a dar un triste «pistoletazo de salida» al calvario que ahora vivirá el jugador español por demostrar su inocencia y poder jugar al fútbol. Ahora Guardiola, aún en la hipótesis de que el resultado del contraanálisis de su segundo positivo le resultase favorable, ya sabe que seguirá, como mínimo, dos o tres meses sin jugar, pues le espera un proceso largo y complicado por su ya primer «dopaje».

Guardiola ha visto marcada su corta estancia en el fútbol italiano "tan sólo dos meses y medio" por sus dos positivos de «nandrolona», el primero (Piacenza-Brescia, del 21 de octubre) ahora confirmado por el contraanálisis y el segundo (Lazio-Brescia, del 4 de noviembre). Una pesadilla «nandrolona» "un esteroide anabolizante" que mancha su excelente carrera como futbolista y deportista y que, desde su primera suspensión cautelar, le impide jugar desde el 22 de noviembre y le podría apartar incluso del Mundial que fue, precisamente, el motivo principal que le llevó a aceptar la oferta del modesto Brescia.

Guardiola, como el jueves mismo indicó a EFE a la salida del contraanálisis, no parará hasta demostrar su inocencia: «Soy inocente y lo peor es la impotencia de tener que demostrar que ha existido un error. Si me tengo que ir a casa, me iré, pero no pararé hasta limpiar mi prestigio, que ha sido ensuciado». Será un camino cargado de espinas y que tiene una sola vía: la batalla legal. Una defensa en la que ahora también se ve implicado el equipo italiano del Brescia, pues, según la nueva ley, la «responsabilidad objetiva» del club sólo empieza una vez sea confirmado el positivo en el contraanálisis, no antes.