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El finiquitado 2001 ha sido especialmente intenso en la vida del Drac Inca, fundamentalmente porque dio cobijo a una guerra civil que oxidó el proyecto. Abonado a las estridencias durante demasiado tiempo, el club afronta su futuro más imediato obsesionado en aliviar su economía y mantener su grado de competitividad en una Liga que endurece su perfil de forma progresiva. Sebastià Penya, que en los próximos meses debe asumir una reconversión interna rutinaria "abrir proceso electoral y prolongar su mandato durante cuatro años más", expone los planes de la entidad con optimismo. Penya sigue pensando que ingresar en la ACB «es un objetivo legítimo para cualquier deportista o dirigente, aunque nosotros creemos que para ello hay que sentar unas bases. Lo estamos intentando, lo que ocurre es que el proceso no está siendo fácil».

En una entrevista, que publica hoy de forma íntegra Ultima Hora en su edición de papel, el presidente del Drac Inca asegura que «Pensar en cotas deportivas importantes o en un ascenso es algo legítimo para cualquier deportista o dirigente. Nosotros competimos y aspiramos a ser los mejores. De todas formas, competimos a nivel profesional y en este espectáculo deportivo el aspecto económico suele resultar determinante. Habitualmente ascienden los equipo que tienen mejores jugadores y para ficharlos hay que tener dinero. En la actualidad el Drac Inca juega en la LEB con uno de los presupuestos más bajos de la categoría y bajo mi punto de vista lo está haciendo a un buen nivel. Considero que hemos fichado a un gran entrenador, el mejor en toda la historia del club, y estamos intentando sentar de nuevo unas bases para subir el listón. Nuestra realidad nos obliga a buscar equilibrio, aunque aquí nadie da duros a cuatro pesetas».