Paunovic intenta rematar un balón ante la oposición de un defensa del Valladolid. Foto: ALFAQUI.

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MIQUEL ALZAMORA - ENVIADO ESPECIAL A VALLADOLID El Mallorca se hartó de llegar durante el primer tiempo, aunque también se hartó de encontrarse siempre con Ricardo. La falta de pegada condicionó demasiadas cosas. De hecho, el Valladolid mandó el balón a la red en su primer acercamiento al marco balear. Ocurrió que cuando el partido no hacía otra cosa que empezar a crecer, Tote se escoró por la banda derecha, dribló a todo el que le salió al paso y finalmente entregó el balón a Fernando para que fusilara a Leo Franco.

El Mallorca veía como su mochila se llenaba de piedras a las primeras de cambio. Sin dudarlo aunque sin demasiada fe, el cuadro balear decidió lanzarse hacia la portería local para acabar acumulando toda una ristra de errores. Luque, Paunovic y también Marcos dispusieron de ocasiones extraordinarias para equilibrar de nuevo el marcador, aunque la conclusión siempre fue la misma. El Valladolid, sin demasiados argumentos futbolísticos pero con un corazón enorme, también pisó con peligro el área de su rival, pero esta vez sin premio gordo.

El segundo acto tuvo un arranque prácticamente idéntico al del primer tiempo. Tote volvió a lucirse y Luis García asestó un nuevo latigazo que acabó con el balón incrustado en la escuadra. El segundo tanto vallisoletano coincidió con la esperada reaparición de Ariel Ibagaza y la irrupción de Carlos Domínguez. El Mallorca no tardó en cambiar su aspecto. Eso sí, poco después de que Cuauhtémoc perdonara la sentencia. Superado el primer cuarto de hora de la reanudación, el gobierno mallorquín se proyectó de forma mayúscula. Albert Luque, esta vez sí, controló un balón en el área y batió a Ricardo con un colocado disparo. Era el minuto 65 y el Mallorca convirtio el área vallisoletana en su casa.

Ibagaza empezó a tirar centros, aunque fue Luque quien ofreció un centro perfecto a Carlos, quien reaccionó unos segundos después de lo que reclamaba el guión. El acoso fue casi constante, también falló Ibagaza, pero la exhibición acabó en simples fuegos de artificio por una simple cuestión aritmética: el Valladolid había marcado más goles que el contrario.