Fernando Fernández
El Drac Inca ofreció una respuesta contundente en un instante especialmente delicado. Sacudido por las derrotas, el grupo de Oliete recurrió a su mejor versión para alejarse de las calderas y asomar de nuevo la cabeza entre los equipos que aspiran a cosas importantes. La función local no tuvo parangón y el Ulla Oil, un equipo que llegaba al Palau con una cuenta corriente idéntica a la de su rival, acabó hecho trizas. La superioridad local resultó grandiosa y eso le sirvió para zanjar un par de asuntos. Desde una perpectiva eminentemente aritmética, el Inca se adueñó de un partido clave, también se apropió del average particular y, de paso, se reconcilió con su hinchada.
Lejos de las habituales aperturas que proyectaban a un equipo blando y errático, el Drac Inca saltó a la cancha con la lección aprendida. No dudó en aplicarse con una seriedad descomunal desde el primer minuto, casi como si le fuera la vida, y eso no tardó en trasladarse en el marcador. Casi en un abrir y cerrar de ojos, la escuadra local se había anotado un parcial de 9-0, unos dígitos casi inéditos en el Palau. La irrupción del Inca resultó demoledora, aunque Alberto Alzamora se esforzó para darle nombre propio al primer cuarto. El alero firmó 16 de los 22 puntos que anotó su equipo y nadie pudo con él. Después de fijar el 11-2 en el electrónico, precisamente después de una canasta del mallorquín, el Ulla Oil despertó de la mano de Koke Rama, uno de sus especialistas. Un par de triples resucitaron al cuadro gallego, que también encontró a Vicario para estrechar los números (22-18).
Si Alzamora se autoproclamó héroe durante los diez primeros minutos de la cita, Kenny Green fue el hombre del segundo cuarto. El estadounidense se alejó del aro y dejó claro que domina este juego como nadie. Anotó dos triples consecutivos y su equipo agrandó de nuevo el gobierno (36-26, minuto 15). Sergi Grimau quiso unirse a la fiesta y desde la línea de 6'25 metros asestó un nuevo golpe al Ulla Oil (39-26). A la solvencia ofensiva local se añadió un trabajo defensivo excepcional. Grimau fue capaz de frenar a Rama y el conjunto gallego se enredó una y otra vez en la telaraña que había tejido Oliete. Con asignaciones al hombre, el baloncesto del Inca adquirió un gran equilibrio y eso propicio que al descanso su renta alcanzara los 15 puntos (45-30).
Con el partido medio fracturado, el Drac Inca decidió no asumir demasiados riesgos y mantuvo el acelerador pisado. Navalón abrió el tercer cuarto con un nuevo triple (48-30) y el Ulla Oil empezó a bajar los brazos. Los dos conjuntos que había sobre la pista funcionaban a distinta velocidad. Oliete había entregado la dirección del equipo a Xavi Puyada y el catalán portó la brújula con maestría. En el otro banquillo, Josep Clarós se había cansado de probar cosas. El técnico gallego movió el banquillo, alternó defensas y también gritó hasta la extenuación, pero era la noche del Inca y no había mucho que hacer.
Superado el ecuador, el partido ya estaba empaquetado, pero el Drac Inca quiso guiñar a la grada y darle algo de lustre a la estadística. Juan Miguel Navalón también asestó unos cuantos latigazos desde la línea de tres puntos. Por una simple cuestión de dinámica, la defensa local perdió intensidad en la recta final del último cuarto. El Ulla Oil lo agradeció, aunque hacía mucho tiempo que le había dado la espalda al partido. Comas, Medina y Carrasco también tuvieron su cuota de protagonismo en el último cuarto y el Palau lo agradeció.
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