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Adrián R. Huber - UTAH Johann Muehlegg ha escrito una de las páginas más brillantes de la historia del deporte español al conseguir su tercer título olímpico, añadiendo a los de los 30 kilómetros, libre, y la persecución un nuevo oro en los 50 kilómetros, clásico. «Juanito» venció decidiendo la prueba a su favor en los últimos ocho kilómetros, en los que arrebató el liderato de la prueba al ruso Mijail Ivanov, que había esquiado en cabeza durante los primeros 40 kilómetros, y que al final se llevó la plata.

Muehlegg se impuso con catorce segundos y nueve décimas de ventaja sobre Ivanov y con 38.6 sobre el estonio Andrus Veerpalu, otros dos favoritos que se tuvieron que conformar con sacarse una maravillosa foto de recuerdo, posando en los peldaños inferiores del podio. La táctica diseñada horas antes de la carrera resultó ser la correcta, en una prueba en la que ya en el segundo kilómetro, el español marcaba el segundo mejor tiempo intermedio a un segundo y una décima del noruego Erling Jevne. Cinco más adelante circulaba en cabeza Ivanov, con cinco segundos sobre Muehlegg, que ascendían a catorce en el kilómetro 13.

El ruso fue aumentando su ventaja y si en el 18.7 le sacaba 21 segundos al español; en el 25.4 la diferencia superaba el medio minuto a favor de Ivanov, que cruzaba el punto intermedio de la prueba con un tiempo de una hora, dos minutos, 43 segundos y seis décimas. Al completarse la segunda de las tres vueltas que se dieron el ex soviético lideraba todavía con 38 segundos de ventaja sobre el incombustible ´Juanito´.

Y si Ivanov parecía avanzar hacia el triunfo, Muehlegg al menos aseguraba la segunda plaza cuando, después de marcar 18 segundos de ventaja sobre el austríaco Christian Botwinov a mitad de carrera, le añadía otro medio minuto ocho kilómetros más adelante. La plata es poca cosa para todo un supercampeón como el que España ha descubierto, definitivamente durante estos últimos catorce días. La exhibición llegó en el tramo final. «Juanito» arrancó la «locomotora» y a falta de 10 kilómetros, la ventaja se reducía a 16 segundos, prometiendo un final de infarto.