Johann Muehlegg ha escrito una de las páginas más brillantes de la
historia del deporte español al conseguir su tercer título
olímpico, añadiendo a los de los 30 kilómetros, libre, y la
persecución un nuevo oro en los 50 kilómetros, clásico. «Juanito»
venció decidiendo la prueba a su favor en los últimos ocho
kilómetros, en los que arrebató el liderato de la prueba al ruso
Mijail Ivanov, que había esquiado en cabeza durante los primeros 40
kilómetros, y que al final se llevó la plata.
Muehlegg se impuso con catorce segundos y nueve décimas de
ventaja sobre Ivanov y con 38.6 sobre el estonio Andrus Veerpalu,
otros dos favoritos que se tuvieron que conformar con sacarse una
maravillosa foto de recuerdo, posando en los peldaños inferiores
del podio. La táctica diseñada horas antes de la carrera resultó
ser la correcta, en una prueba en la que ya en el segundo
kilómetro, el español marcaba el segundo mejor tiempo intermedio a
un segundo y una décima del noruego Erling Jevne. Cinco más
adelante circulaba en cabeza Ivanov, con cinco segundos sobre
Muehlegg, que ascendían a catorce en el kilómetro 13.
El ruso fue aumentando su ventaja y si en el 18.7 le sacaba 21
segundos al español; en el 25.4 la diferencia superaba el medio
minuto a favor de Ivanov, que cruzaba el punto intermedio de la
prueba con un tiempo de una hora, dos minutos, 43 segundos y seis
décimas. Al completarse la segunda de las tres vueltas que se
dieron el ex soviético lideraba todavía con 38 segundos de ventaja
sobre el incombustible ´Juanito´.
Y si Ivanov parecía avanzar hacia el triunfo, Muehlegg al menos
aseguraba la segunda plaza cuando, después de marcar 18 segundos de
ventaja sobre el austríaco Christian Botwinov a mitad de carrera,
le añadía otro medio minuto ocho kilómetros más adelante. La plata
es poca cosa para todo un supercampeón como el que España ha
descubierto, definitivamente durante estos últimos catorce días. La
exhibición llegó en el tramo final. «Juanito» arrancó la
«locomotora» y a falta de 10 kilómetros, la ventaja se reducía a 16
segundos, prometiendo un final de infarto.
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