El Real Mallorca pasó ayer por todos los estados de ánimo posibles
en un partido de fútbol. El equipo de Kresic fue alternando
momentos de euforia, de tranquilidad, de miedo, de pavor, de
excitación y, al final, experimentó la resaca de marcar cuatro
goles y ver como los tres puntos se quedaban en casa.
Los argumentos que indican que este equipo logrará la
permanencia aumentan semanalmente aunque también hay un claro
problema a corregir, el de la falta de equilibrio, el de alternar
con demasiada facilidad momentos de éxtasis con instantes de
zozobra. Ahí pudo estar ayer el partido contra Osasuna. Lo peor del
primer acto fue la sensación difícil de asimilar que uno tiene
cuando se marcha sin haber sentenciado. En una primera mitad donde
sólo hubo un equipo, el de Kresic, éste se permitió dar oxígeno al
rival dejándole acortar distancias cuando el marcador era de dos a
cero. Una falta de concentración fatal en una jugada a balón parado
metió a Osasuna en el encuentro poco antes de enfilar el túnel de
vestuarios. Sin embargo, hasta ese minuto el Mallorca jugó con
descaro, con garra, con inteligencia y mostrándose muy superior al
rival.
Ariel Ibagaza campaba a sus anchas, tenía espacios para meter
pelotas envenenadas e incluso se permitió el lujo de fallar hasta
dos ocasiones de gol. No obstante sería injusto individualizar en
uno u otro cuando en este primer tiempo el juego colectivo fue la
clave para superar al once de Miguel Àngel Lotina. Tras dos avisos
serios llegó el primer gol mallorquinista. Samuel Etoo finalizó con
éxito un lanzamiento de córner de Campano que antes de llegar al
camerunés pasó por al cabeza de Niño y terminó por descolocar la
maltrecha defensa visitante. El juego lo ponía el Mallorca, las
ocasiones también y estas llegaron por momentos a ser constantes. A
los 34 minutos, Niño fue empujado dentro del área y el colegiado
señaló penalti. Tras una discusión por saber quién disparaba, Etoo
"que ayer cumplía años" fue el que lanzó y presumiblemente
sentenciaba el partido.
Osasuna seguía fuera de Son Moix y sólo por deméritos del
Mallorca podía llegar a meterse. Así fue, ni más ni menos. El
equipo navarro lanzó una falta desde la banda derecha, la defensa
navegó y Gancedo se encontró con el balón en sus pies sin nadie que
le impidiera lanzar con comodidad. El jugador de Osasuna chutó y
marcó. Antes del descanso, el rival despertó, se dio cuenta que la
jornada había empezado y se metió en el partido.
El grupo navarro vio tocado al rival, terminó por meterse
definitivamente en el encuentro y antes de los veinte minutos
Palacios marcó el segundo e igualó el choque.
Sin embargo, el Mallorca, con un gol de Miquel Àngel Nadal,
volvía a poner al equipo mallorquinista por delante. Paco Soler,
convirtió el último, de lanzamiento de falta.
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