Un comportamiento ejemplar, adornado con una sensacional actuación
futbolística, podrían resumir los tres días que la selección de
Mallorca alevín pasó en Extremadura con motivo de la celebración de
un partido amistoso, en el que los chavales de Antonio Barea y
Miquel Bestard se midieron a un combinado local. MLa disputa del
encuentro centró la atención de una expedición, organizada por el
Consell de Mallorca con la colaboración de la Federación Balear,
que aprovechó la festividad de Semana Santa para conocer los
encantos de otra comunidad y trasladar a la península el balompié
insular.
La inciativa, que partió de la consellera de presidencia Dolça
Mulet, como un estímulo para los jugadores más jóvenes, se
desarrolló con éxito en todos los sentidos y se estableció un
primer paso para convertirla en tradicional a estas alturas del
año. La delegación insular, encabezada por los representantes del
Consell Juan Fernández y Ventura Ripoll, partió hacia tierras
extremeñas en un vuelo que les llevó hasta Madrid para inciar desde
allí el viaje por carretera a Trujillo (Cáceres), donde se instaló
el centro de operaciones.
El grupo de futbolistas, liderado por los técnicos de la
Federación, estaba integrado por Javier Seral, Donato Cendrós,
Bartolomé Castell, Joaquín Navarro, Alberto Moyà, Antonio Pesset,
Francisco Campins, Sergio Castedo, Sergio García, Pedro Bigas,
Francisco Soriano, Jaime Comas, José Miguel Lorente, Xisco
Domínguez, Carlos Ribas, Mateo Ferrer, Miguel Forteza y Alberto
Cardona.
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