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CARLOS ROMÀN-CÀCERES Un comportamiento ejemplar, adornado con una sensacional actuación futbolística, podrían resumir los tres días que la selección de Mallorca alevín pasó en Extremadura con motivo de la celebración de un partido amistoso, en el que los chavales de Antonio Barea y Miquel Bestard se midieron a un combinado local. MLa disputa del encuentro centró la atención de una expedición, organizada por el Consell de Mallorca con la colaboración de la Federación Balear, que aprovechó la festividad de Semana Santa para conocer los encantos de otra comunidad y trasladar a la península el balompié insular.

La inciativa, que partió de la consellera de presidencia Dolça Mulet, como un estímulo para los jugadores más jóvenes, se desarrolló con éxito en todos los sentidos y se estableció un primer paso para convertirla en tradicional a estas alturas del año. La delegación insular, encabezada por los representantes del Consell Juan Fernández y Ventura Ripoll, partió hacia tierras extremeñas en un vuelo que les llevó hasta Madrid para inciar desde allí el viaje por carretera a Trujillo (Cáceres), donde se instaló el centro de operaciones.

El grupo de futbolistas, liderado por los técnicos de la Federación, estaba integrado por Javier Seral, Donato Cendrós, Bartolomé Castell, Joaquín Navarro, Alberto Moyà, Antonio Pesset, Francisco Campins, Sergio Castedo, Sergio García, Pedro Bigas, Francisco Soriano, Jaime Comas, José Miguel Lorente, Xisco Domínguez, Carlos Ribas, Mateo Ferrer, Miguel Forteza y Alberto Cardona.