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Noventa minutos para la esperanza. Hora y media en la que la temporada más intensa se dirime en Son Moix. Un partido con un aire insular y un aroma dramático, y que en parte también se juega en el Heliodoro Rodríguez López y Anoeta. El Mallorca depende de sí mismo para prolongar su estancia entre los mejores por sexta campaña consecutiva. Sumar los tres puntos ante el Valladolid es sinónimo de tranquilidad y salvación, una meta en la que Marioni y Llompart tendrían una buena dosis de culpa.

El tanto del punta argentino ante Las Palmas puede valer su peso en oro, y si a ello se une la filosofía imprimida por el preparador inquense a un vestuario al borde del cisma, el resultado de esta sencilla ecucación se reduce a un final feliz que pocos podían presumir después de que el Betis arrasara Son Moix.

Pero las cosas podrían empezar a complicarse si el empate o la derrota local es el marcador que campea en los luminosos del estadio del Camí dels Reis. Entonces, las ondas orientarían las miras del seguidor hacia las citas que Real Sociedad y Las Palmas, por un lado, y Tenerife y Athlétic de Bilbao, por otro, dirimen.

Un empate de los bermellones ante el once de Moré salvaría al grupo de Llompart si Las Palmas no logra vencer en San Sebastián, pero un triunfo de los grancanarios supondría el descenso. Con una derrota la cosa se complica un poco más. En ese caso, el Mallorca saldría adelante si Las Palmas pierde y el Tenerife no sale victorioso. Una igualada o victoria de Las Palmas, o en su defecto, un triunfo del Athlétic, condenarían a los baleares a la hoguera.

El tándem canario se la juega en una jornada de infarto, aunque el que mejor lo tiene para acompañar al Zaragoza es el Tenerife, que debe ganar y esperar, pero cuenta a su favor con que juega en casa. De forma un poco más optimista afronta el último día de clase del curso 2001/2002 Las Palmas, que empatando y viendo como el Mallorca cae se ve en Primera tras un año plagado de sobresaltos.