El Giro agota sus últimos kilómetros y lo hace sin cambios, es
decir, con los sobresaltos habituales desde que se inició el día
11, en la localidad holandesa de Groningen. Los asuntos de dopaje
han restado protagonismo a lo meramente deportivo y por ello que la
tensión, los nervios, entre los que quedan estén a flor de piel,
especialmente en las jornadas claves. Los asuntos de dopaje
volvieron a ser el comentario general en los prolegómenos de la
salida, ya que en la noche, la policía italiana interrogaba a los
equipos italianos implicados en casos de dopaje en la presente
edición.
La NAS, un cuerpo especial de la policía italiana encargada del
control de los alimentos, visitó los hoteles donde se encontraban
los equipo Saeco, Mercatone Uno, Panaria y Mapei para tratar de
conseguir más datos sobre los positivos que han dado algunos de sus
corredores en la presente edición del Giro. Una especie de redada
que sirvió para crear la confusión en el pelotón. Se pensó que era
una acción similar a la del pasado año, en San Remo.
Afortunadamente no fue así, aunque en la salida se llegó a hablar
de un plante de los corredores por lo sucedido.
Acontecimientos que volvieron a condicionar el desarrollo de la
etapa, pues muchos de los kilómetros se hicieron a ritmo de
cicloturistas y prueba de ello es que en las tres primeras horas de
carrera la media fue de 28 kilómetros. Los míticos Gardena, Sella y
Santa Barbara no resolvieron nada. Se subieron a tren, parecía que
cada cual se conforma con conservar lo conseguido y posición que
tiene ahora.
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