El vuelo que traía a la delegación nacional de regreso tras su
eliminación en los cuartos de final de la competición aterrizó a
las 15:15 horas y, con los rostos serios, los jugadores fueron
abandonando la terminal entre las muestras de cariño de los
aficionados.
Los gritos de ánimo a Camacho, Joaquín y al resto de jugadores,
se entremezclaron con las críticas al presidente de la FIFA, Joseph
Blatter, a los coreanos, y al estamento arbitral, a quien se culpa
de la eliminación del equipo nacional. Así, cánticos como «Camacho
quédate», «Joaquín, tranquilo, España está contigo» o «Casillas,
Casillas» se unían a otros como «Manos arriba, esto es un atraco»,
en alusión a los dos goles que se anularon durante el partido, o
«Coreano, el que no bote».
José Antonio Camacho fue el primero en cruzar por el amplio
cordón de seguridad desplegado por la policía, que no pudo evitar
que los aficionados trataran de tocar y acariciar a sus ídolos,
quien, emocionados, saludaban desde sus asientos una vez fueron
capaces de llegar al autocar.
Nada más tomar tierra en Barajas, la expedición española se
trasladó al Palacio de La Zarzuela para asistir a una recepción
ofrecida por el Rey. «Es una gran satisfacción que la Familia Real
haya recibido a este grupo entrañable y espero que en el futuro
podamos deparar nuevas alegrías», aseguró el secretario de Estado
para el Deporte.
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