José A. Pascual - BUDAPEST
La era de Iñaki Sáez al frente de la selección española comenzó en Budapest con numerosas pruebas y un discreto empate ante Hungría (1-1), con alguna luz y muchos defectos, en un encuentro organizado para que ambos equipos preparasen su inminente participación en la fase previa de la Eurocopa y para homenajear a Ferenc Puskas. Sáez ya había avisado de que lo que le interesaba era ver cómo se comportaba el grupo y cómo lo hacían algunos hombres a los que quería probar en determinadas situaciones y posiciones. Además, como es lógico en este mes, había advertido de que lo normal es que no se jugase muy bien teniendo en cuenta las alturas de la pretemporada en la que se encuentran los futbolistas.
Tal y como había anunciado en la víspera, el seleccionador español hizo debutar a todos los nuevos, si bien García Calvo, Marchena, Raúl Bravo y Orbáiz tuvieron el honor de ostentar una titularidad que según el técnico vasco no significaba nada. Luego lo hizo el central bético Juanito. Precisamente esta posición es la que ha sufrido una mayor revolución por las retiradas de Fernando Hierro y Miguel Angel Nadal, quienes siguieron el partido desde sus casas con cierta ´morriña´ tras mucho tiempo en las lides internacionales de la selección.
Los 45 minutos iniciales afortunadamente tan solo duraron quince segundos más. Fue un suplicio de partido. Lo mejor fue la actuación de Raúl Bravo por la banda izquierda, por donde Vicente, que volvía a la selección, estuvo muy gris y tan solo hizo una jugada de mérito. El descanso fue aprovechado por Gellei y Sáez para comenzar el festival de cambios. El español no juntó a Raúl y Valerón. Dio entrada al canario, retiró al madrileño y también entró Tamudo por Morientes, así como Joaquín por Mendieta. Valerón, Tamudo y Joaquín le dieron otro aire más dinámico al ataque del cuadro español, lo que se tradujo en dos rápidas ocasiones y en el gol del pequeño espanyolista de cabeza tras un medido centro del bético.
El estreno como artillero internacional de Tamudo fue un claro ejemplo de que cuando uno es superior si las cosas se hacen fáciles y a un ritmo más o menos vivo el resultado y el espectáculo lo notan de manera palpable. Hungría, que acusó el golpe del gol, no quiso bajar los brazos. No lo hubiera permitido nunca Puskas, y así tuvo una ocasión clamorosa para empatar con un disparo lejano de Low ante la salida desesperada de Ricardo que increíblemente no acabó en gol, sino en el poste ante el clamor de la sufrida hinchada local.
Aunque España, guiada por Xavi, parecía manejar la contienda, ese orgullo húngaro encontró el premio con un arranque del incansable medio del Energie Cottbus germano Vasile Miriuta, quien, tras un fallo general en contención de los hispanos, se plantó solo ante Ricardo y estableció la igualada. Los aficionados, enfervorecidos porque hace bastante tiempo que no ven ganar a su equipo, comenzaron a disfrutar de un sueño dentro de un partido que se volvió loco, con un toma y daca y ocasiones claras de Joaquín "envió fuera tras superar a Kiraly y Miklos Feher. Aunque el dominio correspondió a España, sus crecidos e ilusionados adversarios, cerraron bien espacios y no cesaron en su empeño de sorprender al contragolpe. Hasta tuvieron ocasiones para llevarse la victoria, pero carecieron de acierto y Sáez pudo debutar sin derrota, aunque lo hizo con un empate que sabe a poco. En Atenas el equipo estará más rodado.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.