TW
0

62 ESPAÑA: (15+16+21+10): Rodríguez (7), Navarro (21), Jiménez (2), Gasol (14), Garbajosa (4) -cinco inicial-, Reyes (8), Paraíso (2), Marco (2), Angulo (2) y Calderón (-).
70 ALEMANIA: (20+20+6+24): Demirel (9), Garris (2), Okulaja (11), Nowitzki (20), Femerling (6) -cinco inicial-, Pesic (14), Nikagbatse (4), Arigbabu (-), Rodl (2) y Lutcke (2).
Àrbitros:
Rems (SLO) y Cazzaro (ITA). Excluyeron por personales a Rodríguez (m.40) y Garbajosa (m.40). Señalaron técnica a Nowitzki (m.30) por protestar.

Jorge Muñoa / INDIANÀPOLIS
Cinco tiros libres fallados en los tres últimos minutos de los cuartos de final contra Alemania apartaron a España de la lucha por las medallas en el Mundial 2002, a la que el equipo alemán, por contra, accedió con un impecable seis de seis desde la línea en ese tramo a cargo de Marko Pesic.

La selección española cuajó un encuentro discreto y, pese a todo, tuvo opciones hasta el final gracias a un fantástico tercer cuarto. Sin embargo, los errores desde la línea de personal en los momentos cruciales tiraron por tierra el sueño de jugar, por primera vez en la historia, una semifinal del Campeonato del Mundo.

El panorama adquirió tintes preocupantes para el equipo nacional desde los primeros minutos. Los antecedentes favorecían claramente a España, que sólo había perdido tres de los anteriores once encuentros entre ambas selecciones: en los Juegos Olímpicos de Berlín 36 por incomparecencia, en los de Barcelona 92 y en los cuartos de final del Europeo 93, donde los germanos ganaron el oro.

Ahora bien, una cosa es la estadística y otra la práctica y, en ese terreno de la realidad, Alemania, hoy por hoy, es un conjunto con suficientes argumentos como para hacer sufrir casi a cualquiera. Además, la teoría táctica del partido saltó por los aires porque ninguno de los dos hombres llamados a cargar con el peso del juego, Dirk Nowitzki y Pau Gasol, asumió ese papel protagonista.

El impresionante duelo que el alemán de los Dallas Mavericks y el ala-pívot de los Memphis Grizzlies mantuvieron el año pasado en el Europeo de Turquía brillaba por su ausencia. Nowitzki terminó el primer cuarto con dos puntos, los mismos que Pau.

En vista de lo que había sucedido en Turquía era normal que los técnicos hubiesen preparado respuestas estratégicas para contener ofensivamente a los dos NBA. A Mihat Demirel le importó poco. El base del Alba Berlín anotó nueve de los once primeros puntos de Alemania -todos desde los 6'25- y sentó las bases del dominio alemán.

España, igual que frente a Puerto Rico y el primer tiempo frente a Brasil rezumaba cansancio y un gran desacierto. El mejor exponente del desatino en el lanzamiento era Juan Carlos Navarro. Al escolta barcelonista le están saliendo bien pocas cosas, pero lo intenta con un valor encomiable y sólo él saca la muñeca cuando a los demás se les encoge.

Alemania disfrutó de un peligroso 22-33 (m.14) justo en el momento en que Nowitzki y Pau empezaban a entrar en acción. España andaba agobiada, con malos porcentajes, superada en defensa y encorajinada consigo misma. La salvación debía partir de la defensa y en eso se aplicó la selección española, a la que Alfonso Reyes, como siempre, alumbró en plena noche, aunque el marcador del descanso dejaba poco sitio para el optimismo (31-40).
Pero España plantó cara a sus problemas. Nacho Rodríguez abrió el tercer cuarto con un triple y la selección tocó a rebato.
Desde luego, otro periodo en las mismas condiciones que los dos primeros habría hundido definitivamente al equipo nacional, oportuno a más no poder para apostar de nuevo por las semifinales. Claro está, Alemania albergaba nulas intenciones de darse por vencida, así que el último corte recortaba un horizonte dramático para españoles y alemanes.

Y dramático puede calificarse el 55-54 que lucía en el marcador a cinco minutos del final. Tremendo porque cada tiro era una responsabilidad inconmensurable. A Nowitzki y a Marko Pesic les pesó menos que a otros y dieron una ventaja de valor incalculable a su equipo (60-55, m.37) que, con la tremenda frialdad de Pesic, logró una merecida clasificación.